22 de junio, las horas del día

El mes sagrado trastoca los horarios de los marroquíes y me encanta observar esa transformación. Mi sitio favorito es el zoco. Ese viernes estuve yendo y viniendo al de Khebesset en Kenitra para observar cómo mutaba mientras el sol cruzaba el cielo.

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07:15

7:15. Se han acostado hace apenas unas horas, justo antes de comenzar el ayuno y las calles están desiertas y silenciosas. Los pocos que van al trabajo caminan presurosos esquivando la basura del suelo. Un tendero barre la zona delante de su puesto que, como los demás, está cerrado, cubierto con lonas que esconden las mercancías. Algunas mujeres están sentadas en un banco. Un mendigo aún duerme tirado sobre unos cartones encima de un carro.

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15:00

15:00. El zoco está a pleno rendimiento y sus calles están llenas de gente. El dinero circula de unas manos a otras, no sin antes discutir por el precio, se regatean siempre unos dírhames. Los puestos están llenos de compradores que van de un sitio a otro buscando la mejor oferta. Los mendigos y los tullidos se colocan en medio del gentío para estorbar, para que se tropiecen con ellos y así conseguir unas monedas. El rincón de las mujeres que pintan con henna está rodeado de curiosos. El olor del pescado se extiende desde la callejuela. El intenso sol golpea desde lo alto y hace que todos suden sofocados y resoplen sedientos. Solo los niños pueden aliviarse tomando un helado. Acalorados, hambrientos y cansados algunos se enfadan y comienzan las primeras peleas.

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19:00

19:00. La rotonda por la que circulan los coches está invadida de peatones. Se discute a gritos el precio y la procedencia de la fruta. Un hombre estalla súbitamente y, como un relámpago, tira un carro esparciendo todo por el suelo. Los demás le calman y le ayudan a recoger la mercancía entre murmullos que justifican su comportamiento por el ayuno. Dos tipos irritados se gritan el uno al otro. Los mendigos desaparecen silenciosos. Se realizan las últimas compras antes de marchar con prisa a casa. Ya no hace calor. Se ha levantado el viento. Todos tienen hambre, pero saben que ya está todo hecho. Hay basura por todas partes.

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19:30

19:30. Las tiendas cierran sus puertas y los puestos se llenan de barras para indicar que están cerrados. Despliegan las velas, cubren las mercancías con lonas y se mira el reloj continuamente. La luz del atardecer se refleja en los cristales de los edificios del final de la calle. Hablan por teléfono en voz baja y esperan la llamada del adán. El silencio comienza a gobernar y ahora se oye a algún loco que habla solo. Los gritos se han transformado en saludos amistosos. Las calles se vacían y una moto que pasa delante de los puestos cerrados da comienzo a la coreografía para que cada uno vuelva a la casilla de salida. Un policía con leche en la mano se cruza con un joven que lleva una tetera, que saluda a un amigo que lleva frutas en una bolsa, que esquiva al que pasa con los vasos lavados en la fuente, que tropieza con un señor concentrado en no quemarse los dedos con el tallín de carne, al que sigue un chavalillo que apenas puede llevar los yogures líquidos, que hace sonreír al caballero que espera a que llenen la botella de zumo, que charla con el tendero que exprime las naranjas y que observa a un joven nervioso con un cigarrillo preparado en la mano. Silencio y calles vacías en los últimos minutos de espera.

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19:47

19:47. Suena el adán. Un dátil para comenzar. Bsaha. Los que fuman encienden los mecheros y expulsan el humo de la primera calada. Comen del plato que han colocado en el centro del grupo. Las mesas provisionales se han llenado de carne de pollo y pan hecho en el horno. Beben leche y zumos. Se retoman las charlas y los hombres comienzan a invadir las calles. Se encienden las luces de las farolas. Los cafés se llenan de bebedores de té con el estómago lleno.

20:30. Reabren las puertas, retiran las barras y los maderos, despliegan las lonas, izan las velas. El zoco vuelve a estar vivo y se llena de neones de colores que iluminan las mercancías.

21:50. Termina el rezo de la noche y el mercado se inunda de chilabas de colores claros que vuelven de la mezquita. Tienen por delante horas de dulces, paseos y encuentros hasta que un nuevo adán marque el momento de comenzar el ayuno. Queda un día menos hasta que termine el Ramadán. Mañana amenaza una nueva jornada calurosa.

12 respuestas a “22 de junio, las horas del día

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  1. Mis felicitaciones por haber conseguido que me integre entre la muchedumbre. He estado a punto de tropezarme con un tullido y me ha faltado un segundo para agacharme y ponerme a recoger la mercancía esparcida…

    Entiendo que el adán se corresponde con la llamada a la oración, pero, creo que en lugar de utilizar ese término, habría sido más acertado usar muecín.

    Salam Aleikum

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  2. Estupendo post, me ha gustado mucho la descripción de cómo se trastocan los comportamientos por el ayuno, y vuelvo a insistir en que lo respeto e incluso admiro a quien es capaz de llevarlo a cabo, pero no lo comparto.

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  3. La detallada y minuciosa descripción del relato me tele transportan al lugar…fabuloso viaje!!!!

    Me encantaría presenciar cómo el almuédano convoca a los fieles a la llamada de la oración desde el alminar de una mezquita preciosa….
    Como lo veo poco probable….me lo puedes contar tú!!!!!

    Besossss

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