Carta a un amigo del estado islámico

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Cartas a un amigo alemán, de Albert Camus

En el París ocupado por los nazis escribió Albert Camus cuatro cartas que son documentos de lucha contra la violencia. Me han acompañado en estas noches de verano y me han abierto a las ideas que iluminaban al autor en las horas oscuras que se impusieron sobre los europeos libres. Camus se erige como portavoz y le habla a uno de esos alemanes que ha permitido que otros pensaran por él. El autor asegura que no todos los medios se pueden justificar. Cada persona está al servicio de su respectivo estado, pero Camus reprocha que el amor de ellos es ciego, mientras que el suyo es exigente ya que demanda que se desarrolle en la justicia y la verdad, en cambio el de ellos se limita a servir al poder. El espíritu nada puede hacer contra la espada y la búsqueda de la verdad distrae de la lucha, pero permite salir de ella con las manos puras. Camus es consciente de las horas aún más oscuras que le quedan por vivir. Aunque reconoce su miedo, no alberga odio, sabe que ese no es el camino. No renuncia a la esperanza, ansía oír el canto de los pájaros y sabe que su lucha se mantiene porque la certeza de la victoria tiene la obstinación de la primavera, que siempre florece, empeñada en demostrar que hay cosas que no se pueden ahogar en sangre. Sabe que la Europa magnífica se ha creado a base de esfuerzo y de Historia y se niega a tener que escoger entre Quijote y Fausto. No renuncia a ninguna de nuestras hermosas imágenes y se mantiene siempre fiel a la tierra para salvar al hombre, para impedir que reinen las tinieblas.

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Obstinada primavera

En estas noches aún cálidas, las cartas de Albert Camus conversan con la realidad actual, donde también hay quien quiere traer oscuridad e hacen que florezca la siguiente carta en mi pecho. Tú, que has dejado arrastrarte por ideas ajenas, lee atentamente lo que quiero decirte.

Cada vez que escuchamos música, tanto con la atención que se merece el último descubrimiento de flamenco como si se trata apenas del desatendido soniquete que escupe la radio; cuando damos un paseo, igual por las siempre transitadas Ramblas de Barcelona que por las desiertas eras que asoman detrás del último granero de nuestro pueblo; al pasar el día en la playa, con familia, amigos o en pareja, protegiéndonos del sol o descubriendo nuestros cuerpos en las zonas de nudismo; si salimos de compras, deseosos de mejorar nuestro aspecto o sometidos a las modas que seguimos; por supuesto al ir al cine, con suerte y si el director ha estado inspirado, quizás consigamos ver una película que nos haga pensar sobre la marcha del mundo o simplemente pasemos un buen rato mientras reímos como cuando éramos niños ajenos al dolor del mundo; cuando escribimos sobre alguien que admiramos o sobre aquello que nos saca de quicio; al salir a cenar, los restaurantes de nuevo se llenan en los fines de semana; incluso cada vez que tomamos un copa, ya no bebemos tanto como cuando éramos jóvenes, afortunadamente; si visitamos a nuestros padres, siempre a la espera de que vayamos a verlos, preocupados por nuestro futuro, deseosos de que lleguen los nietos si acaso aún no los tienen ya besuqueando entre sus brazos; trabajando, si es que tenemos la suerte de no habernos quedado en paro; tanto si rezamos como si no y también al hacer el amor con quien deseamos y dejamos nuestra mente libre a los placeres que nos traen las caricias. Cada vez que hacemos alguno de estos y otros actos, estamos triunfando sobre tus ideas macabras, equivocadas y retorcidas que intentan imponernos lo que sí y lo que no. Tú, que crees que eres un héroe que presta su vida en favor de una causa mayor y que arrastra consigo la vida de los “infieles”, tienes que saber que cada vez que escuchamos música, te estamos venciendo y que no podrás hacer nada por apagarla. Ten por seguro que no tenemos miedo de lo que tengas en mente y que estamos empeñados en seguir viviendo de esta forma. Ni siquiera tienes el apoyo de los que dices representar, ¿y cómo ibas a tenerlo si son ellos las primeras víctimas?, me dicen hua meshi rayel, hua meshi muslim (1). Si te escribo esto, es porque aún soy tu amigo, de lo contrario, no te haría partícipe de mis pensamientos. Te aseguro que nuestra victoria es cierta y sencilla de conseguir, consiste simplemente en seguir viviendo sin miedo y con ganas de disfrutar la vida.

(1) Ese no es un hombre, no es un musulmán.

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La base de nuestra victoria

Cartas a un amigo alemán, de Albert Camus, está editado por Fábula TusQuets.

12 respuestas a “Carta a un amigo del estado islámico

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