
Quizás ya sabes que duermo siempre como un tronco. Tengo una capacidad sobrehumana para descansar allí donde me eche. Si aún no lo sabías, imagines lo que te imagines, mi superpoder es más sorprendente de lo que te piensas. Mi cuerpo ordena: dormir, y no tengo más que cerrar los ojos para conseguirlo. A mis sobrinos les parecía divertidísimo hacerme fotos en esas circunstancias. Ya me cansé hace tiempo de pedirles que me dejaran en paz, después pensé que ande yo caliente… Y finalmente han sido ellos los que se han aburrido. Solo lo supongo, claro, porque cuando duermo, me dedico exclusivamente a dormir. Únicamente hay dos asuntos que me pueden desvelar. El primero lo arrastro desde que comencé a estudiar la carrera. Fueron tantos los sufrimientos que pasamos en aquellos años, tantas las caminatas por los pasillos para comprobar si ya habían salido las notas de Campos y ondas, que ha debido de quedar una tensión remanente que reaparece por inercia sin previo aviso. Me despierto entonces en mitad de la noche empapado en sudor, aterrado siempre por la misma pesadilla: me llama una mujer de secretaría para decirme que ha habido un error y que todavía tengo pendiente una asignatura y que por tanto jamás he terminado la carrera. El terror dura unos minutos mientras deambulo a oscuras por la casa. Luego me doy cuenta de que mis temores son infundados. ¡Ni que fuera yo un político! Y me echo a la cama para seguir durmiendo.

Para el segundo motivo de mis desvelos nocturnos la solución no es tan sencilla. Comienza todas las veces igual. Me encuentro de visita en casa de mis padres y reordeno mis libros dejando los que ya he leído y cogiendo otros para los próximos meses. Entonces, sin venir a cuento, me pregunto dónde está, por ejemplo, mi copia de La isla del tesoro. Debería encontrarse en la balda de los libros ya leídos, justo al lado de Rojo y negro, pero allí no está. Como los ordené yo mismo alfabéticamente según el apellido del autor, sé exactamente dónde debería situarse y su ausencia hace que mi cabeza rápidamente se ponga a pensar quién ha podido cogerlo. Echo un vistazo en las demás estanterías de la casa, por si acaso alguien lo ha movido de sitio sin advertirme. Tampoco allí lo encuentro. Ha tenido que ser mi hermano, me asalta un recuerdo como un relámpago, se lo debí de dejar tiempo atrás. Le llamo por teléfono de inmediato ya enfurecido. Mientras suena la melodía de espera me acuerdo de aquella otra vez que acusé a una hermana de haberme cogido los Karamazov y al final estaban en una caja olvidada en el desván de unos amigos desde mi última mudanza. O aquella ocasión en la que removí Roma con Santiago para descubrir al ladrón de Jacaranda y simplemente lo había cambiado de sitio para poder formar tres filas de libros por estante. Cuelgo avergonzado antes de que me conteste.

Anoche, a oscuras en mi vieja habitación infantil, me desvelaba una nueva ausencia. Quizás lo tenga en Kenitra, pero ahora comienza a preocuparme otro asunto. Lamento que una posesión material me afecte al sueño. ¿Qué pasaría entonces si un incendio lo quemara todo? Debería dejar de sentir tanto apego por estos objetos, por mucho que los haya disfrutado. De la nada me asalta una idea que leí en alguna parte. Lorca, que era un lector insaciable, cuando terminaba un libro que le había gustado particularmente, se lo prestaba a un amigo. Adoraba compartir aquella joya con los suyos. Si consiguiera que me invadiera ese espíritu, entonces podría descansar de nuevo por las noches sin que nada me desvelara. ¿No me dijo Antonio que nunca había leído el Makbara? Si me lo volviera a encontrar en Granada, le diría: Tómalo, que yo ya lo llevo en el corazón. ¿Y si no me ha dicho Diego que está obsesionado con La batalla por el Polo Norte? Mañana mismo lo llamaré y se lo prestaré después del paseo por las orillas del Duero. ¿Quién me había pedido a Juanita Narboni? Mientras lo recuerdo, se lo dejaré a Livia, que seguro que sabe reírse de las ocurrencias de esta memloca. Y tú, Pilar, toma Un largo sueño en Tánger y olvida así tus preocupaciones mundanas. Comienzo ya a sentirme más ligero de equipaje. Siento que ya no hay marcha atrás en este juego. Esta noche volveré a caer dormido como un tronco.



Hola! Un placer conocer tu blog.
Los libros son una de las cosas que me cuesta mucho prestar. Me gusta ver las estanterías con libros, pero no descarto algún día donar algunos.
Un abrazo!
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Yo era igual que tú hasta que vi la ilusión que le hacía a un par de amigos que les presté un libro que tenían muchas ganas de leer.
Gracias por pasarte por el blog.
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Qué bueno ver que no he sido la única, enfadada incluso con quien no me devolvía mis libros…cuando total, lo que iba a hacer si me lo devolvía era ponerlo en una estantería con los demás, aparcarlo.
Un día leí un artículo sobre educación en Finlandia. Y me llamó la atención un comentario que decía que la gente en sus casas no tiene libros, por un tema de no acumular cosas que acaban ocupando el poco espacio que tienes para vivir, y por otro lado,por lo absurdo que es tener un libro aparcado cuando es mejor que esté al menos en la biblioteca a disposición de quienes lo quieran disfrutar.
Me quedé con éso, supongo, después de interminables mudanzas, y pensé: si tanto me gustan estos libros, voy a regalarlos a la gente que quiero. Y así empecé a desprenderme de muchos, reconozco que no de todos, especialmente los que compré en Nicaragua o Colombia, en formato y edición curiosas e irrepetibles. El resto, a disposición de quien quiera leerlos. Me compensa después una charla con un té sobre qué hemos leído y entendido cada uno, cada una.
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Me encanta tu punto de vista, aunque reconozco que a mí me gusta verlos en la estantería. Los que ya he leído son como un diario personal y los que no, ¡son el futuro!
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Hola de nuevo, Alberto.
Este comentario es mío, y ahora veo que desde otra cuenta en la que no sale mi nombre…Y cuando lo leo veo que sigo haciendo lo mismo, prestando mis libros, pero de manera selectiva, aunque ahora recuerdo que he prestado el de Hischam Houdaifa, con su firma y dedicatoria, y..¡.No me lo han devuelto! O lo recupero, o vuelvo a buscarle para que me lo vuelva a firmar….Libros que me llevan de viaje… Me salgo del tema, lo sé. Pero este post tuyo me ha haecho recordar un post que empecé precisamente con el de Hischam, libros que me llevan a un viaje. Me pasó con Julio Cortázar, que me llevó a Nicaragua, … y me cambió mi visión de la vida. Y el de Hischam , me llevó a Casablanca…. y suma y sigue
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Me gusta mucho la idea de un libro te lleva de viaje, a mí me pasa incluso cuando escribo.
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Interesante debate, Alberto, el que has suscitado con tu generosidad al regalar los libros.
Yo no pienso imitarte.
He ido llenando mi casa de estanterías porque no soy capaz de desprenderme de mis libros, ni de los de mi marido (aunque la idea de Natalia me gusta) ni de los de mis hijas. Mi pasillos ya se han llenado de baldas a la altura necesaria para evitar nuestras cabezas.
Leo en papel y en e-book. La primera opción es mi favorita pero la capacidad de almacenaje digital es maravillosa para los adictos al tema.
También me ha encantado ver a Pilar Martín y a Diego Jiménez. Y me he reído con David y la estantería.
Nos vemos mañana.
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Muchas gracias por tu completísima revisión del texto y de las fotografías. Me gustaría saber si alguna vez has prestado un libro a un amigo o si has sido siempre absolutamente incapaz.
Yo aún estoy intentando hacerme a la idea.
Un fuerte abrazo.
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Presto y leo de prestado (incluso intercambio lotes). Si no recupero un libro prestado, no lo paso mal.
Regalaría sólo mis libros que no me han gustado nada, pero ¡vaya un regalo!
En cualquier caso, los libros son para mí objetos agradables que no me molestan en casa.
(Tomé nota de Evelyn Vaughn que, por cierto, es el autor de Retorno a Brideshead)
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Me gusta tu idea de prestar lotes.
Una vez regalé un libro diciendo «es el libro que menos me ha gustado en mi vida». Por supuesto era de un autor de renombre…
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Hace años, yo tenía estos problemas que tan bien relatas y describes.
Afortunadamente, años atrás apareció la posibilidad de disponer de (algunos) libros en formato electrónico, un descubrimiento que —sinceramente— ha venido en ayuda de muchos.
Nada más lejos de mi ánimo que hacer proselitismo al respecto. Cada cual haga de su capa un sayo, pero en mi caso me ha venido de perlas…
Y, de nuevo, quiero decirlo: ¡excelente artículo!
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Muchísimas gracias Carlos. Sin duda tienes razón en la practicidad del formato electrónico, pero para esta y otras cosas, el estilo del siglo XX me parece que tiene más encanto.
Gracias por pasarte por aquí.
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Hola Alberto, ya sabes de mi gusto por la, lectura, cuando te sobre alguno me lo pasas. Por cierto, nunca me gustó que en Cataluña se regalen libros a los hombre y una rosa a las mujeres.sin ninguna duda ese dia quisiera ser chico.
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Muchísimas gracias por el comentario con tu opinión sobre esta práctica absurda, aunque me parece que ya ha cambiado un poco últimamente.
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Hola Alberto
No hay mejor librería para un libro que el corazón. Si se guardan ahí, los puedes compartir y no se pierden.
Aunque la mayoría prefiere guardarlos en su cabeza. Y ya sabes lo que pasa con la memoria.
Un abrazo
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¡Conozco perfectamente lo que le pasa a mi memoria!
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En casa hemos hecho reforma y tuve que recoger todos mis libros, ahora estoy volviendo a colocarlos todos. Mis libros los he puesto toditos…ordenaditos….y son muchos. Los de mi marido los he dejado en el desván…
jajaja….y, oye, me siento superliberadaaaaa….jajaja.
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Gracias por compartit tus sabias prácticas para liberar espacio.
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Precioso relato y muy interesante sugerencia para los que amamos la lectura y los libros…gracias!!
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Gracias a ti por tus amables palabras.
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¡Qué linda entrada, Alberto! Vas aligerando tu equipaje. Al final de los días nada material necesitaremos; nos iremos tal cual un día llegamos.
¡Un abrazo!
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De momento es solo solo una idea, hay que ponerla en práctica.
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Siempre está muy bien deshacerse de las ataduras materiales aunque, a veces, proporcionen una cierta estabilidad, una especie de anclaje al suelo. Dicen que de vez en cuando deberíamos despojarnos de todas nuestras posesiones materiales y empezar desde cero, que es una buena terapia y muy necesaria. Seguro que eso te va a pasar a ti y sabrás reciclarte.
Un saludo.
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No sé si me atrevo a comenzar de cero.
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Cómo que no, ya tienes experiencia… Te has ido a vivir a Marruecos, si hay alguien capaz de eso, ese eres tú. 😉
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Me estás convenciendo…
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Por supuesto 🙂
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¡Esa es la actitud! vas a sentir una emoción placentera al compartir los libros. Abrazo.
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A ver si lo consigo!
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A mí me encanta prestar libros. Es como darles vida constantemente. Prefiero hojas agrietadas del uso que amarillentas (marchitas), caídas en el olvido.
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Te voy a robar la frase…
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Tienes suerte Alberto. Yo, hace tan solo unos años, dejo los libros que me gustan a personas que se que disfrutaran tanto como yo, pero sólo son prestados. Lo anoto en mi libreta y pasados unos meses sino me los devuelven, les pido que me lo devuelvan. Los libros son como un vestido para mí, forman parte de mí, me han ayudado a ser lo que soy ahora.
Sigue escribiendo.
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Yo tengo mala memoria y verlos me ayudan a recordar lo que hice.
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Muy bonita está entrada Alberto! Recuerda q prometiste traerme a Soria «El pan a secas» en tu próximo viaje.
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No lo recordaba… Te importa pedírmelo por WhatsApp? Así lo dejo sin leer y me lo recuerda.
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Gracias por la mención, me ha hecho mucha ilusión!! Además, que casualidad, hoy empiezo el libro con grandes expectativas. Ya te diré.
Un saludo.
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Feliz lectura!
Me puedes recompensar con unos boletus?
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Eso está hecho!!
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¡Viva la vida!
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Nunca comprendí como una amiga, cada vez que terminaba un libro lo regalaba. Aún no he podido renunciar a los míos. Son parte de mi y me los tengo.
Me encantó tu post, Alberto. Gran saludo!
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A mí me encanta tu amiga!
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Los apegos te atan al suelo y no permiten volar. Que bonita entrada. Gracias, Alberto!
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Pues a volar se ha dicho.
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Lo mejor es empezar por desprenderse de lo
s que no te aportan nada.
https://misqueridasamigas.wordpress.com/2016/06/21/minimalismo-en-los-libros/
y no hay nada mejor que compartir los que te han encantado!!!!
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Yo creo que tiré a la basura uno que me enfadó…
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Ya me dejaste Makbara en Granada, o fue en Tarifa en el momento de separarnos? Buena manera de volver a conciliar el sueño…. un abrazo fuerte, querido amigo
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Pero Antonio querido,
déjame jugar con la realidad igual que haces tú.
Fue al despedirnos en Granada. Lo has empezado ya?
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Lo más importante más que el orden alfabético es disfrutar de las experiencias que trasmiten esos pequeños objetos de tapa y papel impreso que por lo contado no podrían ser movidos ni soportados por cualquier estantería .
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A mí me quitas el orden alfabético y me hundes…
Aunque llevas razón.
Gracias por pasarte por aquí!
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Es una buena referencia pero por momentos dejemos libre albedrío haga su trabajo…
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Me duele solo de pensarlo…
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A mí también me asalta tu estantería por las noches…pero por los golpes que me pego con ella cuando vuelvo a la cama medio dormido del baño, jaja
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Bebes demasiado, hermano…
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