El nadador larachense de los Barce

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El nadador, una película de Pablo Barce

Mejor sería que eliminaran la ronda de preguntas. Malditos festivaleros, nunca dejarán de sorprenderme. ¿Que qué queríamos decir con las palabrotas? Pues reflejar cómo hostias se habla, coño. Tienes razón, seguro que ese tío lo primero * llama zamel a su hijo. Que no, que ese * solo un chaval. El del fondo * dicho lo otro. Pues vaya con el niñato ¿por qué le molestan unos simples tacos y no la violencia de las películas? Si lo hablamos antes de rodar y hasta los marroquíes estabais de acuerdo en que cualquier crío decía hasta cosas peores. Escucha, hshuma de verdad el de la última fila. Que el corto * sin acabar ¿qué sabes él de la guardia costera? ¡Que es solo una metáfora! Ahí has estado bien. Lo has dejado a la plancha. Muy bien, Sergio. Vaya tres preguntitas te han tocado, porque la que te ha pedido que se lo expliques…

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El nadador
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Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente, de Sergio Barce

Callejeamos buscando el antiguo bar Negresco sin que ninguno de mis tres guías larachenses tenga muy clara la dirección exacta. No me importa, incluso me alegra porque me temo que, una vez dentro, no habrá forma de entendernos. A mi lado camina decepcionado Sergio Barce. Durante la proyección no ha parado de cabecear y de aclararme que la proyección era demasiado oscura. ¡Con lo bonita que es la fotografía! Delante de nosotros caminan Bilal y Murad, dos actores de carácter dispar. Uno de ellos habla por ambos. Mi acompañante alterna ahora sus quejas con el alivio que le causa recordar que su hijo Pablo no haya podido venir al Festival Cap Spartel de Tánger, donde debía presentar su película, El nadador, en el mismo país donde fue rodada. Ha adaptado un relato de su propio padre que, justo a mi lado, sigue intentando explicarse la ausencia de subtítulos en la pantalla.

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Últimas noticias de Larache

Escucha bien, si quieres conocer Marruecos, si quieres entender a los marroquíes, escucha bien, si quieres conocer Marruecos… Tengo que aprender fosha, ya me los has dicho veinte veces. Sí, eso también. Escucha bien, de poesía, Abdelatif Laabi, del perímetro, Chukri. ¿Perímetro? De los márgenes ¿quieres decir? De los márgenes, Chukri, del intelecto, Chraibi. Pero si quieres conocer Larache, lo tienes delante, lees a Sergio Barce. Yo ha leído todo. Yo también lo he hecho, por eso estoy aquí. Cada semana ha caído un relato suyo en el vestuario del hammam. La Gaba, la playa peligrosa, las escaleras, todo * visto esta noche. Escucha bien, si quieres comprender Larache, lees a Sergio Barce. * tienes delante.

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Moro

Esta misma tarde he releído su cuento y aún saboreo “la espuma salada de existencia efímera en mis labios” y he acompasado mi alma con la del nadador que sigue adelante sin descanso a pesar de “las caricias del océano”, ansiando escapar de su destino. A pesar de la lectura reciente, las imágenes me han sorprendido. Cada escena nueva, añadida en la adaptación, me ha emocionado como un regalo inesperado que muestra nuevos instantes de esa vida que palpita ante mis ojos. No me ha importado que el cuscús apenas se intuyera en la penumbra, pues el alma se percibe a la luz de un candil. Y ese chaval perseguido por la cámara por los zocos me recuerda a otros, aunque no acierto a identificarlos. ¿Elephant? ¿Los cuatrocientos golpes? Y a pesar de hablar en serio al confesarle a Sergio que su hijo me parece que ha sido más osado que él, le hago un gesto burlón para no ofenderle.

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Larachensemente
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Solo quiero remar

Y aunque conozco el desenlace, me ha conmovido intuir el dolor del nadador cuando le asaltan los recuerdos. Y mezclo los suyos con los de otros personajes que pasean larachensemente por la antología: remendar redes con el padre, el Castillo de San Antonio, caminar por la medina con otros ojos, trapichear con el patrón del barco, la Torre de Judío, las sesiones de tarde en el Ideal, remar hasta la otra banda, la Iglesia del Pilar, grabar un disco en la Plaza de España, jugar al fútbol en la playa, la Zagüía Qadoriyya, la ventana que mira al mar de la infancia, un cuerpo descompuesto en la arena, la madrasa del Zoco Chico, regalar la luna llena a una madre, deambular a solas por los mercados, el Balcón del Atlántico, invitar a que el niño de Alhucemas monte en el coche, una madre que protesta, las cenas en familia, el abrazo del padre, descubrir quién es ahora el moro, una guitarra que rasga el alma.

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El callejón sin salida

Paseando por el Zoco Chico. Larachensemente, de Sergio Barce, está publicado por Ediciones del Genal.

El nadador, un cortometraje de Pablo Barce ganó el Gran Premio del Cap Spartel Film Festival de Tánger, a pesar de la penumbrosa proyección, se ve que entendieron la metáfora.

 

6 respuestas a “El nadador larachense de los Barce

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