Espiando en el jardín de Leila Slimani

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En el jardín del ogro, de Leila Slimani

Ha caído en mis manos la última novela traducida al español de Leila Slimani, aunque se trata en realidad de la primera que escribió: En el jardín del ogro. Dos años después de su aparición, esta escritora arrasó con su exitosa Canción dulce. En la portada aparece una mujer extasiada que muestra su cuello desnudo en un gesto exagerado. El fondo rojizo de la imagen tras su melena morena me hizo pensar que estaba siendo devorada por las llamas. No entendí de dónde procedía el peligro. En cualquier caso, a pesar de mi error de interpretación, estaba deseando llegar a Marruecos para dedicarle un par de días libres a devorar la historia de esa mujer doliente.

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Indiscretas cigüeñas

Quizás inspirado por el título, decidí leerlo en un jardín del centro que presume de árboles con copas espléndidas, floridas en esta época del año. A algunos metros de la arboleda, escucho la bienvenida que me ofrecen las cigüeñas. Han situado sus nidos en distintas atalayas, y esta mañana celebran la vida al compás del indiscreto crotoreo de sus picos. Consiguen que me detenga hasta atisbarlas. En cuanto cesa una pareja, comienza otra el espectáculo desde algún punto inalcanzable de una torre eléctrica. Desde primera hora, el jardín está repleto de vida. Unos niños juguetean en unos columpios mientras su padre los vigila, el sol acaricia la espalda de una jovencita que repasa sus apuntes tumbada en la hierba, un chaval pasea con su perro y algunos hombres canosos caminan sin prisa observando las plantas, o quizás escuchen a los pájaros que canturrean alegres.

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Juegos infantiles

Me sumerjo en la novela y de inmediato me inunda la búsqueda de sexo de su protagonista, Adèle. Por un instante se contiene las ganas, pero enseguida comprende que “desear ya es ceder” y se deja arrastrar por su instinto irrefrenable. Entonces arranca su carrera sin freno de encuentros sexuales con los hombres que se cruzan en su camino.

Una bicicleta pasa por el sendero donde me encuentro y me desconcentra de la lectura. Entonces echo un vistazo a mi alrededor y descubro que la novela ha cambiado lo que veo. Ahora comprendo que la jovencita, que estudia en la hierba, no deja de girarse hacia los lados como buscando a alguien. De hecho, todos parecen ocultar algo. Los hombres sentados en los bancos llaman una y otra vez por teléfono y se tapan la boca para evitar que les lea los labios. Un joven, embutido en una camiseta azulada, pasea zigzagueante para asegurarse de hacer notar su presencia. El jardín se ha llenado de dobles intenciones y de miradas lascivas. Al fondo surgen unos jardineros arrastrando sus herramientas. Llega un hombre con su hija que se pone a corretear por una fuente reseca. La jovencita, que antes estudiaba, se ha sentado junto a un señor que me da la espalda. Le habla zalamera, intentando persuadirlo. Entonces la muchacha comienza a acariciar su hombro silencioso. Ella lleva una cinta en el pelo que despeja su cabellera y muestra su espléndida juventud. ¿Habrá cumplido ya los dieciocho? Él, en cambio, oculta su rostro bajo una gorra. El padre comprende lo que ocurre a su alrededor y le indica a su hija que han de marcharse. Los jardineros recogen hojas y flores que se desprenden de los árboles sin descanso, al ritmo de los contactos que se materializan a mi alrededor. No descansa el trasiego de hombres que cambian de banco en un incansable juego de emparejamientos.

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Juegos adultos

Me echo a temblar después de tanto tiempo a la sombra, o quizás me incomoda lo que estoy viendo, y decido moverme al otro extremo del jardín, donde hay algunos asientos recalentados por el sol. Me adentro de nuevo en la sucesión de encuentros sexuales que la protagonista ejecuta sin pasión, sometida a la pura adicción.

En el jardín no queda ni un banco libre. Los ojos se vigilan entre sí, calibrando las posibilidades de éxito. Un joven recién llegado se acomoda al lado de una jovencita que jugaba con el móvil. Esta se levanta bruscamente, visiblemente molesta, para expresar su rechazo. No es a él a quien espera. Miradas tentadoras, gestos obscenos, caricias poco disimuladas. Un aspersor se enciende de repente y apaga el fuego interior de un inquieto muchacho. El jardín se ríe burlón. Pero nadie sofoca las llamas de la mujer de la portada. Las cigüeñas no dejan de chocar sus picos, las flores se desprenden incansables de los árboles, los hombres se suceden en la vida de Adèle.

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Caída sin fin de flores y hojas

En el jardín del ogro, de Leila Slimani, ha sido editado por Cabaret Voltaire con traducción de Malika Embarek.

 

16 respuestas a “Espiando en el jardín de Leila Slimani

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  1. Se habla poco de los temas sexuales de la población marroquí; algún@s hablan de la proliferación de la prostitución en los clubs y hoteles tanto de Tanger como de marrakesh de chicas de Kenitra que emigran a estas ciudades por necesidades económicas, Ud. esta por ahí, es tan problemático este tema?

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    1. Es una pregunta de difícil respuesta. Efectivamente se trata de un tema tabú del que apenas se habla. En los últimos dos años han aparecido algunos libros que tratan el tema desde distintos puntos de vista.
      No estoy al tanto de las estadísticas (si existen) pero es evidente que hay prostitución en Marruecos en clubs y en la propia calle.

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  2. Has escrito otro libro sobre «En el jardín del ogro» de Leila. Me ha gustado mucho tu visión diferente pero paralela a la de Slimani.
    El libro de Leila, fue para mí muy perturbador por mi condición femenina, sufrí mucho viendo como esa obsesión sobre el sexo de la protagonista no tenía control. Me imagino que habrá mujeres así y que Leila las conocerá para expresar con esa fuerza la historia de Adèle, su protagonista.
    Me gustó mucho más Cancion dulce.

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  3. Dejarse contaminar por el estilo del autor que uno está leyendo es, a mi entender, dejarse llevar por otras palabras y otra forma de narrar; yo lo hago cuando leo a autores a los que admiro como a Camus y pienso que es muy enriquecedor, es como beber de esa fuente inagotable. Muchas gracias por otro texto magnífico. Un abrazo grande.

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  4. Muy bueno Alberto, nos demuestras con tus palabras como de real es la teoría de la física cuántica de que el observador puede modificar el comportamiento de una partícula. Yo suelo decir, cuando hay dos personas, siempre hay tres verdades, la de cada una de las personas y el suceso en realidad. Aquí nos muestras como alterando tu emoción eres capaz de percibir cosas diferentes a tu alrededor. Muy bueno Alberto. Un placer leerte. Un abrazo.
    P.D. ¿Cómo podemos conseguir tu novela?

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    1. Mi novela está en camino, insha Allah.
      Estoy completamente de acuerdo en eso de que nuestra mirada cambia el acontecimiento que está ocurriendo. Muchas gracias por tu fidelidad.

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  5. Hola Alberto

    Qué interesante juego de jardines y cómo la mirada del observador puede cambiar después de leer un libro.

    Me recuerdan tus posts cuando escribes como otro autor.

    Un abrazo

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