
El objetivo de mi charla con los editores es rubricar el contrato, pero nos queda tiempo para discutir sobre la portada. He fantaseado tantas veces con la imagen ideal para ilustrar el Meshi shughlek, y tal es la pasión con la que les describo la idea que tengo en mente, que me proponen que la prepare yo mismo. Así no se pervertirá el concepto. Nada me haría más ilusión, les suelto casi sin meditar lo que digo, arrastrado por la emoción del momento. Luego me arrepiento, quizás la empresa me venga grande, pero en el fondo me invade una cierta emoción por involucrarme también en la portada. ¿Conseguiré que el barco atraque en buen puerto?
Para mi sorpresa, en cuanto se lo comento a cualquiera, todos tienen su opinión muy clarita: Fulano dice que la portada cuenta más que el contenido, muchas gracias por la presión adicional; Mengano, que lo que importa es que resulte atractiva a la gente ¿y qué les parece atractivo?; y Zutano, que debe destacar entre los demás volúmenes de la librería, que atraiga al posible lector, que los colores bailen en equilibrio o, por el contrario, que golpee al que la mira, pero que no esté demasiado recargada, menos es más, y que el título se lea con claridad, por favor, que represente correctamente a la novela, que no sea una imagen aleatoria de un cuadro del todo desvinculada del texto, ten en cuenta esto, que no se te olvide aquello… ¡Vivo rodeado de experimentadísimos artistas gráficos y yo sin enterarme!

En realidad, ya sé lo que necesito. Lo primero, un fotógrafo que conozca bien la parte técnica. Con mi terrible temblor de manos ¿cómo me voy a encargar yo de hacer la foto? Rebusco en la memoria para encontrar a quien pueda ayudarme. Es vital no olvidarme nunca del presupuesto disponible: cero dírhames. Será mejor empezar por amigos y conocidos. Conozco a uno que hizo unas fotos espléndidas del viaje de Ibn Battuta y me dejo llevar por la intuición. ¿No es poético que un proyecto me guíe a otro? ¡Bendito facebook que facilita la charla! Tomaremos pronto un café para discutir los detalles. Me acercaré a Casablanca, donde vive, para tratarlos cara a cara.


En el tren de camino a Casa Port, resumo el planteamiento en una hoja. ¿Qué necesito? Una foto deslumbrante dentro de un hammam, repleto de cubos y de gentes, que sea evocadora, pero que no se despegue de la realidad, que el lector entienda dónde se adentra. ¿Qué puedo ofrecerle al fotógrafo? Poca cosa, en realidad, pero a falta de presupuesto, se me ha ocurrido una posible solución: montar una exposición fotográfica que gire en torno a los baños árabes. Así él conseguiría una cierta proyección de su trabajo. ¿No buscamos eso los que estamos empezando? Si hiciéramos una serie con las mil imágenes que se agolpan en mi cabeza y las acompañáramos de extractos de la novela, podríamos venderlo como un trabajo conjunto a caballo entre dos continentes. ¿Habrá quien quiera comprarlo?
La exposición podría emparejar el ritual del baño con el de la escritura. Habría que incluir a un personaje que tome notas mientras otros se limpian. O podríamos darle un aire sacro y customizar la última cena de Viridiana, pero ambientado en un vestuario, eso resultaría impactante. O podríamos titularla: Teqa?, y que se preguntara sobre la confianza que se puede depositar en un desconocido que te acaba de saludar en el hammam, que es la vida en miniatura. Habría unos gemelos, li zuin uli jaib, junto a un hombre con los ojos vendados; el bueno, el ciego y el malo. El tren avanza mientras las ideas brotan a borbotones. Percibo el material sobre el que trabajar. Habrá que localizar el espacio adecuado donde hacer las fotos, habrá que convencer a algunos amigos que quieran ayudarme. ¿Gratuitamente? ¿A cambio de un retrato profesional? Habrá que encontrar a quien financie la exposición. Muchas son las tareas que asoman en lontananza, pero ninguna de ellas tendrá importancia si Youness no se embarca en esta aventura.

En el café donde nos hemos citado, reviso nervioso mis notas. Intuyo la importancia de este día. Llega sonriente, se sienta a mi lado, parece simpático. Es la primera vez que nos vemos en persona. Le hablo de Meshi shughlek, de Viridiana, de la exposición y de la falta de presupuesto. Le gusta la idea, propone hacer un booktrailer y está dispuesto a remar conmigo. Lo firmamos con un apretón de manos.

Todas las entradas dedicadas a la escritura de mi primera novela se encuentran en la pestaña No es asunto tuyo dentro de la sección El escriba.
Tiempo rememorado: Primera semana de enero de 2019
Hola Alberto
Escribir es algo más que escribir. Supone relacionarte con todo un mundillo que gira alrededor de una novela: además del autor, está el editor, el librero, el fotógrafo, el ilustrador,… y al final, el lector.
Si se cuidan estas relaciones desde el principio, no habrá prisas de última hora.
Un abrazo
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Eso que dices lo he ido descubriendo poco a poco. Y seguramente aún me quedan cosas que conocer.
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Sigue adelante con esa idea, a pesar de que te de mucho trabajo, seguro que al final lo agradecerás.
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Pronto te cuento cómo va el asunto. Gracias por tu apoyo.
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Hola Alberto, despiertas la curiosidad con tus inquietudes,
Espero que avances en ellos.
Un abrazo.
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Muchas gracias. Te contaré muy pronto las novedades.
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¡Qué bueno Alberto! ¡Cómo siembras la curiosidad! ahora, además de estar deseando leer tu libro, estoy deseando ver la portada. Yo de diseño no tengo ni idea, lo que sí puedo decirte, es que con la pasión que le pones, solo puede salir algo hermoso.
Es un placer leerte.
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Podrás verla muy pronto insha Allah. En todo caso, no me faltarán ganas de levantarse si acaso me caigo.
Un abrazo.
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Cada detalle importa
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Y vuelta la burra al trigo.
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