Nora y el jilguero

IMG_20200307_150328-compressor
Husun en su palacio

Como cada día, justo después de levantarse, Sharaf se asoma a la jaula donde guarda el jilguero que compró en Soq Laarbaa a un criador de palomas. Le habla como si le entendiera: ¿Qué tal estás, Husun? A su padre no le gusta que le haya puesto nombre. Dice que eso es solo para las personas, pero es tal el cariño que Sharaf le tiene a su jilguero que no le importan las protestas. Le cuenta cómo se siente, igual que si fuera un amigo. El pajarito se agarra con sus patas a los barrotes para mirar de frente a su dueño, que incluso le confiesa secretos que nadie conoce. Tras el sueño reparador, Sharaf se siente con fuerzas de explicarle lo que la víspera le ocultó.

El joven abre con cuidado la portezuela e introduce la mano para agarrar al animal, que se deja coger sin agitarse. Sharaf se lo acerca a la mejilla y sonríe al sentir los picotazos cariñosos de Husun. Le acaricia las plumas de la cabeza con el pulgar y el animal encoge el cuello agradecido. Con la otra mano retira el cartón manchado y le coloca uno limpio para los próximos siete días. Le cambia el agua, le echa grano y finalmente lo devuelve a su sitio. Justo entonces comienza a explicarle lo que le pidió Nora. Ya sabes cuánto me gusta. Me encanta acompañarla a su casa cuando termina las clases. Pero siempre nos vigila su hermana pequeña, y yo quiero estar a solas con ella. Así que la he invitado mañana al río. Ella y yo solos. Primero me ha dicho que no, pero al final la he convencido recordándola que tiene que ver las ruinas de Tamusida antes de que terminen la verja del futuro museo.

IMG_20200307_104758-compressor
Los dos solos junto al río Sebu

El joven calla un instante. No se atreve a confesar la condición que le ha impuesto su novia. Por fin habla. Nora dice que no puede salir con alguien que mantiene encerrado en una jaula a un pájaro tan bonito. Le he enseñado fotos en el móvil y le pareces precioso, pero piensa que es horrible que te tenga preso en una cárcel. No se entera de nada, no comprende que te cuido mejor que nadie y que tu vida al aire libre sería terrible.

Sharaf sabe que debe tomar una decisión, pero se limita a posponerla. Coge la jaula y la cuelga en una vara del emparrado del huerto familiar. Su madre está sirviendo el desayuno allí mismo mientras su hermano Hatim juega con la pelota antes de ir a la escuela. Brilla el sol y todos charlan animados mientras toman el té. Excepto Sharaf que mira fijamente cómo juguetea el inquieto pájaro en la jaula mecida por la brisa. ¿No tiene el plumaje más hermoso del mundo?

IMG_20200307_134144-compressor
El requisisto de Nora

Hoy es sábado, día de mercado en Sidi Aiesh, y, en cuanto terminan de desayunar, Sharaf se monta en la parte trasera del triporter que conduce su padre. El zoco está tan animado como cada semana y el hombre charla con los vecinos que se va encontrando, pero Sharaf, a pesar de su naturaleza charlatana, está mañana se mantiene callado. No se quita de la cabeza el requisito de Nora. Incluso le parece una broma propia de algún yin encontrársela caminando cuando regresan a casa con las compras. Va vestida con esa chilaba color mostaza que se le ciñe al pecho y a las caderas cuando se mueve. ¿No es la mujer más bonita del mundo?

IMG_20200307_102548-compressor
Ausente en el zoco

A Sharaf le ha parecido que Nora hacía un gesto burlón con las manos, como imitando el vuelo de un pájaro. Ya en el jardín, quizás inspirado por el perfume del azahar que viste los naranjos, Sharaf descubre una solución que le permitirá pasar el día con Nora sin perder a Husun. Saca el pajarito de la jaula, deja la portezuela abierta y desbloquea el móvil, dispuesto a hacer una foto. Pero la pelota con la que juega su hermano Hatim, que también regresó de clase, le golpea en la mano y Sharaf la abre sin poder evitarlo. El pájaro escapa y sobrevuela sobre los árboles, haciendo gala de su precioso plumaje amarillento. ¡Qué desastre! Al menos debe hacerle una foto como prueba para Nora. Pero entonces descubre que el móvil yace en el suelo con la pantalla rota. Y Sharaf se pregunta si no habrá quedado sin Nora y sin jilguero.

10 respuestas a “Nora y el jilguero

Add yours

  1. Hola.
    Un relato encantador.
    Me deja impactada, tus dotes de escritor , a la vez de soñador , realista con la vida. Una forma de ver las cosas como desde otro lado.
    Un abrazo.

    Me gusta

  2. Que bonito Alberto, que dilema el d Sharaf, quién descubre que la mentira no es buena compañera. Seguro que aprendió la lección, quizá el precio fue muy alto.
    Gracias Alberto por tu hermoso relato.
    María Pilar, meapasionanloslunes.es

    Me gusta

  3. Oh por favor que belleza, Sharaf está experimentando los primeros dilemas de la vida, pero este fue realmente duro. Me encanta la manera en la que vas relatando todo.

    Me gusta

    1. Jajajaja.
      Me alegra mucho que así lo veas. Hace mucho que leí Las mil y una noches, pero se ve que aún mantiene su capacidad de influenciarme.
      Mil gracias por tu continuo apoyo.

      Me gusta

    1. Pues nada más lejos de mis referencias…, la historia surgió sola mientras pasaba en día en el campo con amigos.
      Muchas gracias por tu apoyo incondicional.

      Me gusta

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Blog de WordPress.com.

Subir ↑