Unos asuntos laborales me traen dos semanas a Rabat. Busco un alojamiento barato, pero céntrico. Solo me importa la ubicación, así que alquilo una habitación sencilla en la medina. Le había asegurado a Amin, mi anfitrión, que encontraría la casa sin ayuda. Pero las calles desérticas tras el toque de queda me confunden y los carteles no me aclaran si la zanqa Sueqa era paralela o perpendicular a la avenida. Sigo recto poco convencido, sintiéndome observado por un vendedor de cigarrillos. ¿Era por la otra calle? Dudo y retrocedo. Termino llamando a Amin por teléfono y al poco aparece para guiarme hasta el alojamiento. Charlamos de camino.
Aquí es, esa otra puerta es de un riad que aún no ha abierto. Ten cuidado al subir las escaleras, alguien se ha dejado aquí en medio la bicicleta. Mira, por la ventana se ve el minarete de la mezquita. ¡Qué bonito! Esta es tu habitación, toma las llaves. El baño está arriba, la ducha tiene agua caliente. Estas escaleras llevan a la azotea. Sube cuando quieras. ¡Qué bien! Aziz alya stah. ¿Necesitas algo? El código wifi. Uledberhil, con u mayúscula. ¿Algo más? Sí, no lo entiendo, Amin ¿vosotros también vivís aquí? Sí, esta es mi habitación. Mi mujer y mi hijo Ryad ya duermen. ¿Riad? ¿Tu hijo se llama hotel? Ryad, no riad. Allí vive mi hermano y los demás arriba. Mañana te los presento. Amin, deja de señalarlo todo para explicarte, no necesito tanto gesto para entenderte. Ana kenitri! Vale, gracias por todo. Leila saida. Buenas noches.
Amin me pregunta a diario si necesito algo. Ana mertah fi lqsar dielkum. Estoy a gusto en vuestro pequeño alcázar. Solo me falta subir a la azotea. Lo he intentado, pero hay tantas puertas que temo entrar por error en la habitación de alguien. Nta baqi fayed? ¿Qué significa fayed? Que si todavía estás despierto. Amin viene a mi habitación y me acompaña al piso de arriba con escaleras en todas direcciones. Unas llevan a un saloncito lleno de divanes vacíos. Al adentrarme descubro que algunos cojines son en realidad primos y hermanos que celebran mi aparición.
Me ofrecen té con shiba y un poco de milui que sobró de la cena mientras les pregunto sus nombres, que seguramente olvidaré. Yusef, Abdelshihaya, Asharaf, Hasan, Hisham… Pero ¿cuánta gente hay aquí? Ríen y con eso me conquistan. Basta con que les diviertan mis gracias. Mientras bebo, Amin recuerda lo del nombre de su hijo. Resulta que una casa con jardín en el patio es un riad, con erre fuerte, pero su hijo Ryad la tiene suave. Alif ulem, les digo para justificar que comprendo la diferencia. ¿Cómo se decía despierto, Amin? Fayed. Lo repito varias veces para memorizarlo. Ante mi interés, me atiborran con nuevas palabras, pero los freno. Seré incapaz de aprenderlas. Hoy me quedo con esta. Fayed, fayed, fayed. Abdelmalik fayed? La, hua dima nees. Más risas. Nos burlamos del dormilón de la casa.
Estos días me he acostumbrado a pasear por la medina antes del toque de queda y termino sentándome a leer a Galdós en una preciosa fuente de azulejos no lejos de casa. Después me aventuro de nuevo hasta el piso de arriba con la excusa de llevarles unos frutos secos. Me preguntan dónde he estado. En la nafora. ¿Qué nafora? La de aquí al lado. Alguno que me ha visto, lo aclara. Estaba en la seqaya. Se dice seqaya, Mrteh. Que no, que fuente se dice nafora. Estoy segurísimo. Acabo bajando con Yusef para aclarar el asunto. Pues tiene razón, nafora es una fuente redonda con surtidores y estas pegadas a la pared se llaman seqaya. Siempre la misma historia, años y años equivocándome sin que nadie me corrija.
Pero ellos sí lo hacen, cada noche. Ayer que no es verdad que la cena y el último rezo del día se digan igual. Laasha y laisha. ¿Cómo puedes confundirlos? Anteayer que ellos no cenan sigo que retrasan la merienda, que se dice cascrot. Y hoy que pronuncio todo con qa y me he olvidado de la kef. Qasqrot? No, cascrot. Cascrot, cascrot, cascrot. Sé que repitiéndolo terminaré por aprenderlo. Seqaya en cambio me está costando y le pido a Yusef que demos la dora naforat siqayet, la vuelta de las fuentes. Qué agradable sensación caminar por la medina desierta, como un lienzo en blanco con todas las opciones por pintar. Rompe el silencio Yusef con una noticia cuya importancia todavía no comprendo. Mañana vendrá mi madre de Uled Berhil.
Hola Alberto,
Tan bonito tu relato como siempre.
Estoy por comenzar un curso de iniciación al Dariya impartido por la fundación Tres culturas. te quería preguntar si el que se habla en mi ciudad natal Larache ¿es dariya estandar, o aún ha recibido mas influencias si cabe del español y o hebreo?
gracias
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Hola José Miguel,
no estoy seguro de que exista algo que se pueda considera dariya estándar. Con el que yo hablo (de la zona del Gharb) he conseguido manejarme en todas partes, aunque siempre hay algunas diferencias en el léxico entre unas zonas y otras en función de las influencias que han recibido de otros idiomas.
En la zona norte, donde se situaba el protectorado español hay más palabras que provienen del español. Respecto al hebreo, no sabría decirte, aunque en Tánger y Tetuán se hablaba jaketía que sí tiene influencia.
Espero que disfrutes mucho del curso.
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Muchas gracias, Alberto
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Es una delicia leer tu creación, querido Alberto. Parece más fácil aprender el arabe( fos-ha) que dariya. Mucha suerte amigo 😍
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Qué suerte tener amigos como tú. Tarde o temprano tendré que aprender fusha.
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Te comento que yo aprendí fus-ha con un libro de Idiomas Pons ya con lo básico estába a top con las charlas con mis amigos árabes acá en Costa Rica…ahora estoy estudiando fus-ha avanzado . Aparte, con el darija ya me sé varios palabras y frases apenas para sobrevivir en un viaje a mi amado Marruecos pero tengo que aprender más porque con lo poco no es suficiente.
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Yo estoy haciendo el camino justo al revés. Comencé por el dariya y ahora me planteo estudiar fos-ha, pero comparto el mismo amor por Marruecos.
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Muy bonito como lo cuentas todo. Estas personas suenan como alguien verdaderamente interesado por el otro. Interacciones humanas de calidad diría yo. Saludos.
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Muchas gracias Ana por tu comentario. Convivir con ellos ha sido toda una experiencia.
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¡Qué interesante!
Lo que te queda por aprender, ya lo sabes, lo más difícil de un idioma es la exacta pronunciación.
Por lo que veo, ya has vuelto a Marruecos.
¿Has visto mi post sobre El limón?
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Querida Mauri,
tengo la sensación de que cuanto más aprendo, más me falta…
He leído tu reseña de «El limón», me ha encantado que te dieras cuenta del uso de arabismos que tenemos en nuestro idioma.
Un abrazo.
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