Intuí desde el comienzo que el nombre del blog sería una pieza clave, así que me propuse que fuera lo mejor posible. La primera opción que me enamoró fue llamarlo Todo me hará cambiar, porque reflejaba el estado de ánimo en el que me gusta sentirme. Se lo mostré a una selección de amigos acompañado de otro puñado de ideas para que las valoraran y confiaba en que todos prefirieran la misma que yo. Para mi sorpresa, en su mayoría se decantaron por nombrarlo No es asunto tuyo, que es el título de mi primera novela. Además me advirtieron de que debía saber quién iba a ser mi público objetivo y me listaron los requisitos imprescindibles que un buen nombre debe cumplir. Me descubrí de golpe ante la inmensa tarea de encontrar uno que fuera atractivo, fácilmente recordable, que hablara de transformación, literatura y Marruecos, que mostrara un enfoque personal y que no caducara, es decir que no fuera como uno de esos bares que se llaman Goya 6 y luego se trasladan a la calle Teruel. Ante semejante tesitura No es asunto tuyo pareció ser el más adecuado según la opinión de lo que comencé a llamar el grupo de expertos y opté por él como la opción definitiva. Tan pronto como llegábamos a este acuerdo, se detectó que ya había un blog llamado así que trata sobre esmaltes de gel semipermanentes. Surgió así un prerrequisito que exigía la disponibilidad del nombre. Fue un jarro de agua fría.
Retomé fuerzas y les propuse otra decena de opciones con referencias literarias y hubo dos que destacaron sobre el resto: Mi Marruecos y La casa de la araña, en referencia a las novelas de Abdella Taia y Paul Bowles, pero precisamente por potenciales problemas de derechos ambos fueron descartados. Vuelta a empezar. Los expertos querían saber más acerca del contenido del blog y de su tono, ya que de momento solo existía en mi cabeza. Yo me imaginaba que sería como las postales que les envío y así se lo hice saber. De ahí surgió la idea de llamarlo Postales desde Marruecos y lo encontré muy certero. Ya me imaginaba en una entrevista radiofónica donde al ser preguntado por mi ocupación, respondería que me dedico a escribir postales desde Marruecos y así se convirtió en el nombre definitivo, del segundo asalto. Lo verifiqué con el grupo familiar que lo recibieron con entusiasmo pero, ¿quién no tiene un cuñado que al preguntarle por su opinión sincera se atreve a decir lo que piensa? Ñoño, soso, de cartón piedra. Vuelta a empezar.
En el momento de mayor frustración, mi familia descubrió lo divertido que podía ser el hacer juegos de palabras. Durante horas discutieron si Lawrence de Soria era mejor que Moro, incienso y mirra o si Mi morocotuda vida del sur estaba a la altura de Moro, plata, bronce. Y los más viajados proponían ideas relativas a su propia experiencia en el país, así consideraban que esto que lees se debería llamar Gato persigue perro, ContrasTes a la hierbabuena, El risitas del inframundo o Trajín de carne, trajín de pescado. Cada uno intentaba superar el hito del otro hasta que por fin uno de ellos dijo Me voy a dormir, y llegado ese punto me parecía una opción razonable ya que empezaba a dudar de que el blog llegara a existir algún día. Les dejé que descansaran.
Volví al asalto solicitando ayuda a un nuevo grupo de gente muy dispar con lo que solía bailar en los conciertos del Sonorama. Se mostraron encantados con la idea y como son jóvenes y de creatividad disparada, no pudieron evitar inundarme con sus propuestas. De todas ellas, ¡Zocorro! reflejaba perfectamente mi estado de ánimo. Sin embargo surgió El zoco de las maravillas como la nueva mejor opción, que dejaba de llamarse definitiva. Pero lo que a unos les parecía sublime a otros no les transmitía nada y fueron estos los que me acabaron convenciendo. El zoco al alba fue una nueva idea que me fascinó por su repetición del número de letras en las palabras, pero fue fusilada debido a sus connotaciones políticas. Continúe con la búsqueda y me asaltaron con propuestas difíciles de catalogar: Hammam volveré a España y Amanece que no es zoco. No descarto que sean rescatadas en el futuro, incha Allah. Ante el temor de tirar la toalla, decidí plantear una encuesta final entre dos opciones: El zoco del escriba y Postales desde el zoco. Ganó esta última por veinticuatro a quince, pero la minoría argumentó con más pasión, así que finalmente este blog, gracias al entusiasmo de sus primeros lectores, quedó nombrado como El Zoco del escriba.
Creo haber entiendo el porqué del solitario humor de los escritores. Antes de que se enfriara el asunto me escribió mi hermana con una propuesta: “Alberto, tenemos que hacer otro brainstorming con ideas para tu libro”. ¡Van listos!
Sin duda, todo mucho mejor con un poco de sentido del humor. Un abrazo. Sonia
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Y si se compartes las risas, aún más.
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Realmente divertido, el juego de los nombres es entretenido y no se pasa de moda. No cambies.
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Muy chulo Alberto !me encanta leerte tan bonito y seguir tu historia!
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Se te veía venir…tú crees que has cambiado, pero no es así. Sólo te has descubierto a tí mismo…Mucha suerte. Cuando quieras repetimos otro viaje 😉
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Bravo Alberto 😉
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Ganó el que yo votéeeeee…
La verdad es que fue divertidísimo….
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Como me gusta leerte. Me encantan todos y cada uno de los nombres propuestos. Te deseo larga vida «escribiente»
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Me lo he pasado pipa leyendo ¡Zocorro! La elección del nombre del blog fue tal como la cuentas…Jajaja, ¿para qué preguntas? Pero sigo pensando que deberías hacer un brainstorming sobre ideas para tu libro. Gracias por hacernos pasar estos buenos ratos.
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Al ritmo de la luz, ese hubiera propuesto yo si hubiese llegado a tiempo. Espero seguir disfrutando, en cualquier caso, de tu escritura, con el nombre que sea, Saludos.
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Tus escritos me están gustando.
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No sé si conseguiré que la humanidad retome la afición a la lectura, pero de momento he logrado que mi madre entre a un blog y se anime a hacer un comentario. Me parece un triunfo. Si tuvieras corazón os volcaríais a decir que «os gusta» su comentario.
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A mí no me preguntaste!!! Aunque me parece bien todo.
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Tienes razón. ¡Menos dolores de cabeza habría tenido…!
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