Había yo soñado con presentar Meshi shughlek en la Casa Árabe de Madrid. ¿Y por qué precisamente allí? Pues porque ahí he conocido a un puñado de buenos amigos interesados como yo en el mundo árabe y porque en su siempre recomendable librería Balqís Beatriz me habló por primera vez de Huerga y Fierro, la editorial donde he publicado mi primera novela.
Había yo fantaseado con darla a conocer justo en ese lugar y finalmente no solo me estaba sucediendo, sino que a mi lado se encontraba mi querido Mohamed El Morabet para presentarlo junto al Machi mushkil de Analía Iglesias, ya que la baraka había unido nuestros dos libros de título casi idéntico.

Había yo imaginado que entre el público se encontrarían amigos, familiares y conocidos que con miradas cómplices me dirían Mírate dónde estás. Y ahora alcanzo a ver de un solo vistazo a una estupenda selección de esos compañeros de aventuras a los que tanto admiro: Marco Magoa, Luis Salvago, Gonzalo Parrilla, Luisa Mora e incluso siento cerca a los que lamentan ausentarse por tener otros compromisos, hasta el punto de que me parece estar saludando a Alberto Gómez Font y a Miguel Lázaro. Más tarde, cuando lea los mensajes en el móvil, me daré cuenta de que otros me acompañan gracias a la retransmisión en línea.
Ya me había yo temido que El Morabet mencionaría a algún autor al que desconocía y, nada más empezar, me descubre a Abu Ala El Maarri, un filósofo ciego del siglo XI en el que Mohamed ha pensado cuando en la primera visita un anciano me pide que le cuente todo sobre los baños árabes. Además, me resulta curioso escucharle algo que me estaba rondando por la mente, pero para lo que no había encontrado las palabras justas: Para Alberto Marruecos es un hammam o el hammam es Marruecos.

nHabía yo lamentado en otras presentaciones conjuntas que los autores monologaran de forma alterna, pero alhamdulillah ese “La primera puerta está entreabierta, pero para la segunda hace falta llave” que menciona Analía Iglesias en su Machi mushkil nos sirve de nexo a nuestras dos vivencias marroquíes y quizás el amor por nuestro país adoptivo es tan similar que cimenta nuestra conversación a tres voces.
Como me había imaginado que habría alguien interesado en llevarse a su casa mi diario del hammam, he traído de Marruecos un montón de guantes exfoliantes comprados en la medina apenas unas horas antes para ofrecerlas a los lectores y que así puedan completar la lectura con la experiencia de pasarse el kis bajo la ducha. ¿Demasiado raro compaginar las dedicatorias de los libros con este puesto improvisado en el zoco? ¡Qué sé yo! Siempre he preferido hacer regalos que recibirlos.

Ni en mis mejores sueños me había hecho a la idea de que lo mejor de la presentación llegaría después del final. Pasados los nervios, la charla y las firmas, unos cuantos nos vamos a tomar algo a un local cercano para seguir allí discutiendo de todo y de nada. Al selecto grupo se nos unen Abdelqader Chaui, Mohamed Lemrini, Said Messari y Malika Embarek y entre risas y anécdotas ponemos la guinda del pastel a una jornada memorable que permanece nítida en mi memoria incluso ahora que han pasado ya varios meses desde aquello.
Sirva este pequeño texto como agradecimiento a todos los que estuvieron allí acompañándome, a los que quisieron hacerlo, pero no pudieron y a los que me ayudaron a llegar a ese momento. ¡Gracias!

Para los interesados en escuchar la charla del pasado 7 de abril de 2022, está disponible en el canal de YouTube de Casa Árabe. Espero que os anime a seguir leyendo sobre Marruecos.
Acompaño desde Colombia, gran paso que te seguimos siempre.
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Eres muy amable. ¡Qué ganas de visitar Colombia!
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Qué pena no haber podido estar ahí, sobre todo en la posterior tertulia, de la que, espero, nos deleites con otra crónica.
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Lo ideal sería que en el futuro ocurriera algo parecido y que tú estés presente. Un abrazo
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Estuvo muy bien, la verdad!
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Mil gracias por venir y por todo lo demás
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