
Ahora que se cumple un año de aquellos días, me asaltan los recuerdos de forma imprevista, repentina, salvaje. En un primer momento intento engañar a la memoria, distrayéndola con el tatareo de una vieja canción, pero nada puedo hacer para evitar su asalto. Ante el inevitable golpe contra los recuerdos, siento una voz interna que me aconseja no seguir luchando para impedir su avance, que me susurra al oído y me anima a que me enfrente a aquellas sensaciones, que aún amortiguadas por el tiempo siguen siendo poderosas. Así que me paro, vacío la mente de otros pensamientos que pudieran distraerme y miro de frente, los rememoro e intento darles nombre: propuestas laborales que me suenan vacías, que llegan insistentes como la lluvia y que esconden otra tormenta que me imponía un cambio de país. El barco está a merced de la tempestad, me atan los brazos y no puedo alcanzar el timón, charlas que pretenden que sea un grumete sin voz, perspectivas de futuro lejos de aquí, huecas palabras desalmadas que dibujan un futuro reluciente sobre la arena, sabiendo que será inmediatamente borrado por las olas. ¿Acaso no se trata de mi vida?, ¿quién se atreve a dirigir mi nave?

¿No estaré acaso mezclando los acontecimientos? No me extrañaría que no entendieras nada de lo que te estoy contando, incluso para mí es confuso. Reviso mis ideas. Eso no ocurrió hasta un par de meses después. El pasado septiembre aún no era capaz de vislumbrar aquello. Ni aunque me lo hubieran dicho podría haberlo creído. Confundo los vientos. Por entonces soplaba apenas una brisa. Me tenía que ausentar del país cinco semanas para visitar a los clientes en Europa. Antes de que apareciera la bandera roja, me dispuse a tomar un último baño. Me sumergía en el océano, quería sentir la fuerza de su oleaje. Al día siguiente tenía que solicitar el permiso para volar, debía seguir las reglas de la impuesta burocracia, incluso para ausentarme a mi pesar de Marruecos durante todo el mes posterior a las vacaciones. Antes de que la tempestad lo impidiera, me decidí a dar un paseo nocturno por las calles de Kenitra. El suave viento generaba una tormenta en mi interior y reconocía el deseo huracanado de permanecer aquí. Tan cierto como que el agua moja, sentía que este era mi lugar, incluso sin ser capaz de explicar por qué. Apenas necesité un par de manzanas de caminar sereno, observando a mi alrededor para reconocerlo, o quizás tan solo recordarlo. Gestos, miradas, risas. Llenaba las bodegas de víveres para alimentar mi alma durante las cinco semanas de travesía, temiendo que la marcha fuera definitiva.

Antes de embarcar desde el aeropuerto de Casablanca, hice una parada en la Plague des Nations para ver el mar. Sus aguas por una vez calmadas me ayudaron a reposar mi corazón. Me imaginé nadando hasta donde mi vista alcanzaba y encontrarme únicamente rodeado de agua. La inmensidad me ayudó a sentir la nimiedad no solo de mis problemas, sino de mi propia existencia. Con el alma aliviada, calmada de nuevo, aproveché para contactar a mis amistades, informarles de mi viaje, prometerles que volvería pronto. Esperaba no estar faltando a la verdad. Recibí saludos y buenos deseos. Debí de ser tan sutil en mis palabras que la mayoría no comprendió lo que estaba ocurriendo. Apenas uno de ellos, al que ya le había contado mis temores al calor de un té con hierbabuena, acompañó sus palabras con una certera pregunta, como una barca que iza las velas aprovechando el viento favorable y avanza mucho más lejos que las demás. ¿Cómo vas a estar tanto tiempo sin visitar el hammam? No podrás tomar notas para tu novela. Me molestaba reconocer que no tenía respuesta. Apenas me aliviaba pensar que el dolor intenso desvelaba el deseo profundo por escribir. Estaba dejando de ser un juego. Sentía que tomaría parte de una travesía de cinco semanas que me impediría estar en la tierra deseada, pero que en realidad ya estaba embarcado en un viaje mucho más largo. ¿Acaso las lágrimas de la despedida al partir no desvelan sino el amor que se profesa? ¿Y no son acaso la promesa de un regreso? ¿Acaso no había sido yo el que pidió que se rompiera la rutina? No debía entonces lamentarme.
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Tiempo rememorado: septiembre 2016
Me ha gustado mucho, me siento identificada. Es como un desgarro… Marruecos atrapa, no te deja ir del todo…Describes la sensación desde la emoción y la contagias. Cada vez que llego a casa desde Marruecos siento algo así como lo que describes…. sólo pienso en volver… y quedarme.
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En cuanto pongo un pie en Marruecos pienso: Ya estoy en casa de vuelta.
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creo que eres un privilegiado al haber reconocido tu lugar para vivir. transmites perfectamente, y lo reconozco como experiencia propia, ese desasosiego que se siente cuando vas a perder algo, aunque no sepas exactamente qué es. me alegro que haya llegado tu calma, tras aquella tempestad, y nos lo relates tan bien. como no empecé la aventura contigo, sino que me he unido en el camino, tengo los primeros «episodios» sin leer, pero quiero dosificarlos para que dure más tiempo la lectura. si ya tenía unas ganas enormes ir a Marruecos, con tus historias me muero por conocer tu país.
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Muchísimas gracias por el comentario. Me da energías para seguir. Espero que gusten las primeras entradas.
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No se cómo llegaste a mis ojos pero ahora busco , con urgencia a veces , emociones paralelas, indefensiones parecidas, iguales retos e idénticas necesidades. ….. Se nota que estás atrapado y eso es lo que me conmueve.
No dejes de escribir esa novela Sería un delito Un abrazo desde el norte del sur
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Tu comentario me ha alegrado el día. No podría dejar de escribir ni aunque quisiera. Un fuerte abrazo.
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Me encanta tu estilo también, sobre todo muy bien elaborado. Ya nos cruzaremos de nuevo. Feliz fin de semana. Un saludo.
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Muchas gracias por el comentario. Espero que nos reencontremos muchas más veces.
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Me encanta la entrada y la redacción, la pasión con la que describes tus vivencias!
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Muchas gracias por tu comentario. Es muy motivador para seguir.
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Me gusta mucho cómo has escrito este artículo. Cada frase rememora y expresa lo que sientes pero de un modo poético, bien construido. Hay frases muy bonitas. A pesar de la tormenta interna de la que hablas para mí el relato me transmite Paz contigo mismo.
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Querida Natalia,
cada semana espero tu comentario porque me aprecio que lo degustas. Esa paz de la que hablas fue la que experimenté durante el paseo nocturno del relato.
Gracias por el comentario.
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Me ha gustado mucho Alberto!!
Fuiste valiente al desviar tu camino y empezar una nueva aventura,pero seguro que va a salir genial!!!
Me alegro de que hayas encontrado tu lugar y de que estés cumpliendo uno de tus sueños.
Se te ve muy feliz y eso me encanta!!!
Besitosssss
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Muchas gracias Ros, a veces tengo dudas, así que me viene muy bien tu comentario. Un besazo.
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El relato me ha resultado tan ameno como interesante.
Salam Aleikum
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Gracias fran, como siempre.
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Muy chula la entrada, me ha gustado.
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Muchas gracias hermano. Me alegro mucho.
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