
El sol gobierna abrasador desde hora temprana, aunque el callejón donde juega Firdaus con sus amigas permanece fresco al darle la sombra durante todo el día. El intenso calor no ha impedido que sus tres hermanos mayores emprendieran una larga caminata hasta la playa de la Malabata para ahorrarse las monedas del autobús. Marchan juntos en silencio y cada uno guarda sus propios secretos, esperando a que llegue el momento de llevar a cabo sus respectivos planes. La niña los sigue con la mirada hasta que desaparecen por la esquina. Solo entonces nota que su hermano pequeño se ha quedado llorando porque no lo han dejado ir con ellos. Su madre Fatima tiene mucho que hacer hoy y no puede abandonar la casa para llevar a Amran a que se bañe en el mar como hicieron la semana anterior. Ahora está preparando la comida, tiene pensado hacer galletas en el horno y por la tarde visitará a su hermana.

A Firdaus no le gusta la playa, prefiere jugar en la puerta de casa con sus amigas. Pero hoy les falta la pelota de siempre y proponen que sea ella la que consiga otra. La niña sube rápidamente las escaleras para coger la de su hermano, pero al llegar al salón, lo encuentra riendo porque no para de vencer en un solitario partido de fútbol en el estadio imaginario que forman los divanes tapizados. A Firdaus le sorprende que llorara hace apenas unos minutos y ahora esté tan contento. La niña intuye que no conseguirá la pelota si se la pide. Lo mira fijamente en silencio hasta que el pequeño interrumpe el juego al sentirse observado. La madre, por un momento, no escucha ningún ruido y deja de trocear la cebolla hasta que reconoce una tranquilizadora disputa infantil. Todo está en orden. Puede seguir cocinando.

—Te contaría una cosa… —Cuéntamela, Firdaus, dímela. —Mejor no, Amran, eres muy pequeño, seguro que te echas a llorar. —No, ya soy mayor, casi tengo cinco años. —Está bien, pero no se lo digas a mamá. —Vale, no se lo diré. —Anoche llegó a Tanger. —¿Quién? —Ella, ya sabes, Aisha Candisha. —Firdaus se tapa la cara con su larga melena y se aproxima lentamente, balanceándose hacia los lados con los brazos estirados, sin pausa, rítmicamente. Amran de inmediato comienza a llorar asustado y le pide a su hermana que pare. La niña se retira el cabello con la mano y finge estar preocupada—. Dicen que tiene mucha hambre. En la montaña ya no quedan niños y ha bajado hasta Tanger para darse un festín. Por eso no te llevan a la playa, le gustan los niños grandes como tú. —No, aún soy pequeño, no tengo ni cinco años. —Amran se va llorando tembloroso a ver a Fatima. Entre sollozos suplica que no le coma Aisha Candisha. La mujer, que está ocupada con las patatas, se acuerda de golpe de su propia madre. Rememora cuando de niña le decía que no se acercara al río y le hablaba de esa muchacha surgida de los manantiales que devoraba carne tierna, que tenía pezuñas en lugar de pies y que en los lugares donde se aparecía por las noches quedaban sus pisadas como aviso. Se limpia las manos en el mandil, coge al pequeño en brazos y lo besa. Intenta calmarlo y le asegura que la bestia solo se encuentra cerca de los ríos porque vive en el agua.

Amran corre entonces al salón para informar a su hermana de la respuesta materna. Esta no lo escucha, está concentrada en sus lápices de colores. —Firdaus, Firdaus, mamá ha dicho que Aisha Candisha vive en el agua, no en Tanger. —Claro, vivía en un río de la montaña y ahora está en la playa de la Malabata. Allí también hay mucha agua. Mira, la he dibujado para que salgas corriendo cuando aparezca. Si te ve por la ventana, seguro que querrá cogerte. —Vamos a escondernos, Firdaus. Hagamos una cueva para que no nos encuentre. —Está bien, Amran, tú quédate aquí y yo bajo a la calle para ver si se acerca, ¿uajja? —Vale, en cuanto la oigas, ven corriendo que te hago un huequito en mi escondite. —El pequeño da un puñetazo al aire soñando que se enfrenta con Aisha Candisha. Fantasea con salvar a su hermana de sus garras afiladas, tampoco quiere que la devore a ella. Pero Firdaus ya no lo escucha, ahora corretea con sus amigas detrás de la pelota.
Me encanta leer este blog realmente me impresiona su manera de hacer la narrativa, verdaderamente me transporta a ese momento y lugar . Es maravilloso leerlo cada vez más .
Felicidades 🎉🎈🎊 Merci, Merci, Merci .
Saludos desde Tamaulipas, Mexico
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Me alegro de leer lo que dices. Espero que sigas disfrutando de mis visitas por Marruecos.
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En Tetuán, en mi niñez , uno de los niños le tenía mucho miedo.Los demás niños le decían lo tienes en la gorra y se la quitaba, la tiraba al suelo y salía corriendo
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Jajaja, meshkin, pobrecillo. Además de tener miedo, todos le tomaban el pelo. ¿Qué edad tenía?
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Bonito relato. Pasaré a visitar tu blog de vez en cuando. Un abrazo.
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Me alegro de que te haya gustado. Eres bienvenido siempre que quieras. Mrhaba!
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Las historias de niños siempre te transportan a tu niñez. Me veo reflejada en Amran, yo era muy miedosa de pequeña. Has reflejado muy bien el paso del lloro a la alegría del niño.
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Esa capacidad de reir, después de llorar, después de reir siempre me ha impresionado.
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siempre me quedo embobada con tus historias. ésta me ha recordado la infancia con mis hermanos. de nuevo, gracias.
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Gracias a ti por entrar a comentar.
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Una historia tierna y divertida,como en todas las culturas hay un personaje para asustar a los infantes. Un abrazo.
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Gracias por el comentario. Me alegro de que te haya gustado.
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Anda!!la mujer del hombre del saco….Jijijiji
Estos hermanos mayores que pícaros….
Me ha gustado mucho los dos hermanos queriendo defenderse el uno al otro de Aisha Candisha…tierna historia!! Besitossss
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Supongo que en muchos países existen personajes parecidos a Aisha Candisha. Muchas gracias por tu comentario tan bonito. Un abrazo Ros
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Una historia muy divertida!
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Me alegro de que así sea Susana. Muchas gracias por pasarte por aquí
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🤔 A mí también me has hecho viajar a mi niñez. Mi prima (más mayor que yo) me contaba historias de Aisha Candisha, que en mi tierra Ceuta la llaman Bicha Candicha y en su relato decía que si pronunciabas su nombre 12 veves frente al espejo venía a por ti. Cosas de niños 😉
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Lo de pronunciarlo 12 veces al revés no lo conocía. Gracias por compartirlo.
Un abrazo.
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Qué picarona esta Firdaous. Muy tierno el relato y los personajes. Dan ganas de estar con ellos un poquito más. Contado con mucha sencillez, Alberto.
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Siempre haces algún comentario que me hace pensar. Supongo que la sencillez la han aportado por propios caracteres de los niños. Un fuerte abrazo Natalia
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Gracias David. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.
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¡Muy chulo! Cómo son estas historias…
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