Pregunta cinéfila: ¿Qué le une a Cinema Paradiso con El brutalista? ¿Y con Babygirl? Nada, dirás. Déjame que te cuente, aunque me remonte a mi adolescencia.
El cine cumplió cien años en 1995, yo dieciséis, y las revistas se llenaron de listas con las mejores películas de la historia. Me encariñé con la que publicó Fotogramas, que entonces leía de cabo a rabo cada mes. Mi primer propósito cinéfilo: ver aquel centenar de películas. Spoiler: Aún no he visto todas.
Al principio, aquellas páginas me eran sagradas. Lo escrito iba a misa. Con los años, comencé a ser crítico y las cuestionaba. Para gustos, los colores, me digo ahora para no envenenarme. Tiempo después comprendí que ese listado era simplemente una invitación a descubrir autores.

De adolescente quería ser director de cine. La vida me llevó por otros terrenos, pero el cine ha estado siempre presente. A menudo, al encontrarme con un amigo, le pregunto por la película del momento. ¿Qué te ha parecido Sirat? ¿Ya has visto Una batalla tras otra?
Al instalarme en Kenitra, pasé a vivir en una ciudad con los cines cerrados y en Rabat las películas se proyectaban dobladas al francés. ¡Por encima de mi cadáver! Si ni siquiera las tolero dobladas al español… Así que terminé por desconectarme de la actualidad cinematográfica.
Poco a poco, la historia ha ido cambiando y ahora las echan casi todas en VO y, además, ya puedo ver películas marroquíes porque puedo seguir la trama en dariya. Vuelvo a ir al cine con regularidad, como de universitario.

Cuanto más lo pruebo, más quiero; así que no solo frecuento las salas, sino que escucho pódcasts (¡Kinótico!) para estar al día de los festivales: Cannes, Venezia, Donosti. En cambio, los Oscars me interesan según le vaya a Marruecos. ¿Cuándo se estrena la Calle Malaga, de Maryam Touzani? A primeros de año, ver dos fichajes festivaleros, Babygirl y El brutalista, fue pura tribulación.
Seré rápido con Babygirl. Organizo la agenda para asistir el mismo día de su anunciado estreno, el miércoles 15 de enero, pero al comprar la entrada, ¡no la ponen! ¿Por qué no? Y yo qué sé, yo solo vendo entradas y palomitas. Mi gozo en un pozo. La siguiente vez me doy cuenta de que, justo antes de la peli, se indica el número de la visa d’explotation. El permiso para proyectarla. Seguramente Babygirl no lo consiguió por su contenido sexual.
El pasado 28 de septiembre se inauguraba la impresionante Filmoteca Nacional de Marruecos y no me quise perder la primera proyección, Cinema Paradiso. Antes de la proyección, la directora Narjiss Nejjar presenta la maratón de cien películas con la que arranca la cinémathèque e invita a dos maratonianos a decir unas palabras. Lina, una joven estudiante de cine, jura que no piensa perderse ni una sola. Me emocionan sus palabras. Habla como yo mismo hablaba. Soy de nuevo un adolescente con mi lista sagrada del Fotogramas. Se lo digo al salir.

Al comienzo de Cinema Paradiso un cura visiona las películas para recortar besos y arrumacos. Luego en la cafetería, busco a algún miembro de la filmoteca para contarles lo que ocurrió viendo El brutalista en el Renaissance. Tres horas largas de película con Intermission y cuatro gatos en la platea. Al poco, la imagen se congela unos segundos. ¿Cómo es posible que haya problemas con una copia digital? Luego otra vez, pero ahora pienso que no es casualidad, ya que la escena justo comenzaba a calentarse. ¿Nos están impidiendo ver un par de tetas?
Si has visto El brutalista sabrás que en la mina de Carrara ocurre cierto acontecimiento, y digo cierto porque, a ciencia cierta, lo desconozco, solo al final de la película, cuando esa mujer entra en aquella cena elegante, me entero de lo ocurrido en la dichosa mina, pues, a nosotros, nos lo cortaron. Como aquel cura de Cinema Paradiso.


Protestas al taquillero. ¿Y a mí qué me cuentas? Yo solo vendo entradas. Hoy me consuela contarles la batallita al equipo de la cinémathèque que parecen descubrir el fenómeno conmigo.
Quizás debería protestar oficialmente. ¡Proyectan películas mutiladas! Pero ¿A quién? ¿A la comission de visionage? Con la de cosas que tengo que hacer…, mejor lo dejo así…
En cambio, en la calle, hoy mismo, los jóvenes marroquíes de la generación zeta han dejado de conformarse y han tomado las calles. En cambio, en la calle, ¡la revolución!

Entra en la web de la Cinémathèque Marocaine para más información o en su instagram para estar al día del Marathon de 100 películas.
Ojalá! Que los marroquíes puedan conseguir libertad de expresión, sin que los metan en la cárcel. Ya empiezan a agruparse y que se les vea!
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