
¡No me lo puedo creer! Te juro que anoche mismo cuando me acosté, la calle donde vivo no era más que un montón de socavones. Incluso me contó un vecino un día que ya se le había desinflado la rueda tres veces por los golpetazos que se lleva la llanta a base de pasar por encima de tanto pozo en el firme. Recuerdo que pensé que un taller de reparación sería un buen negocio para montar en Marruecos. Aunque no todo el mundo tenga coche, los que sí, están obligados a tirarse el día esquivando baches. Te aseguró que esta era una de las peores avenidas por las que cruzar la ciudad. Y esta mañana, aún no han dado las ocho, y desde el balcón veo que mágicamente ha sido asfaltada y que ahora parece más bien una pista de aterrizaje. ¡Da gloria verla! No solo eso, han pintado los bordillos de reluciente blanci y rojo para que todos sepan que allí no se puede aparcar. Y lo mejor, por fin descubro para qué sirven esos tubitos clavados en el suelo con los que siempre me tropiezo: sujetan las docenas de banderas que invaden la calle. Ganas me dan de hacer mil fotos. Desciendo los escalones de dos en dos temiendo que todo sea un hechizo y que desaparezca antes de que pueda verlo de cerca.

Y cuando llego a la acera, mi sorpresa es aún mayor, no solo es cierto lo que he visto, sino que un espectacular ejército de jardineros está llenando con plantitas de colores el jardín de la esquina. Ese que siempre pienso lo lamentable que es su triste estado. Los trabajadores descansan porque ha llegado un camión que trae media docena de preciosas palmeras. No pierdo la ocasión de preguntarles a qué se debe semejante transformación. Parece ser que viene alguien de Rabat. ¡Pues qué bien! ¿Y de quién se trata? Supongo que será alguien bien importante, pero no estoy seguro de haber entendido correctamente su nombre: un tal Malik. No sabía que existiera ese nombre, pero claro que si el masculino de Habiba es Habib y el de Rachida, Rachid, entonces este tiene que venir de Malika. No hay día que no aprenda algo nuevo. ¿Y a qué se dedica este señor? No me entiende, ¿son travail? C’est le Trois. El tres, me dice. ¿El tres de qué? ¿De un palo de la baraja? Pero de golpe me acuerdo del mundial de fútbol, se referirá al número tres de la selección, pues ni me suena. El portero no es, que no lleva el uno. Solo conozco al número catorce, Boussoufa, que se mueve rápido como un rayo. Menudo despliegue por la visita de un futbolista. Pero no importa, lo bueno es que nos están dejando la calle como nueva.

Es cierto que tanta pintura tapa el olor de las flores de los jacarandas. Ni que decir tiene que con este pestazo no hay quien aprecie el aroma de las especias del hanut. Me imagino que a este deportista, como será una estrella futbolística, le van poniendo a punto los sitios que visita. El pobre se queda sin conocer el olor de Marruecos, se pensará que huele siempre a alquitrán y a pintura fresca. No se puede tener todo. Ya llega la comitiva y mis vecinos se lanzan a la calle con banderitas que agitan emocionados. ¡Nunca los he visto tan contentos! Debe de ser el mismo que marcó contra España. Yo también aplaudo, ¡qué no se diga! Si a mí el fútbol me da igual. Se cuadra de repente un montón de hombres uniformados que ni he visto llegar. Primero unas motos, después una retahíla de coches con las lunas tintadas. Incluso sobrevuela un helicóptero por encima de los edificios. La emoción hace que me olvide de la cámara y me limite a observar. Según dobla la esquina el último del desfile, comienzan los trabajadores a quitar las plantas recién colocadas y las devuelven a los camiones. Y se llevan las palmeras y las banderas y la calle recupera su color habitual. Incluso me parece que ya empieza otra vez a acumular polvo. ¿No se llevarán también el asfalto? ¡Qué lástima que haya sido todo tan fugaz! Si tuviera el teléfono del futbolista, lo llamaría para darle las gracias por la visita y le haría ver que sería mejor que las mejoras que deja a su paso fueran más duraderas. Eso o que pase por aquí cada mañana.

¡ Increible!. Ese jugador tiene mucha suerte. jajajaja. Ojalá visite muchos rincones de Marruecos.
Me ha resultado muy gracioso tu relato. Bienvenido Mr. Malik.
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Me alegro de que te haya gustado. Seguramente este jugador recorra todos los rincones del país…
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Anda, pues a mi tanto despliegue me recuerda otros momentos de cuando era pequeña. También creo recordarlos en alguna película de el gran Berlanga.
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La comparación con el «Bienvenido Mr Marshall! de Berlanga de absolutamente pertinente. No me había dado cuenta hasta ahora. Gracias por traerlo a mi memoria.
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Divertidísima esta entrada! No he dejado de reírme, menudo despliegue!
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Me alegro de que te hayas echado unas risas.
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Pobre Malik siempre oliendo a Alquitrán en sus viajes ….. 😂
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Verdad que sí, no sabe ni a qué huele su propio país…
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¡Las apariencias! Creo que alguien me contó alguna vez la que lían cuando pasa algún personaje importante por alguna calle maltrecha. Efectivamente, lo mejor es que la calle queda asfaltadita.
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Eso he oído…
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Vaya despliegue!!!cuando venga la selección al completo la que deben montar…jiji
Por lo menos te han asfaltado la calle…jiji
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¡Menos es nada!
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