
¿Por qué hacer un viaje que dure 30 años? El que pregunta es Yunes. Ha desaparecido la fiebre que tenía el día anterior y ha ido a casa de Marco para prepararle un tayín de pescado. Se siente culpable por haberse perdido la función teatral. Marco ha estado durante dos meses ensayando a diario en Rabat para poner en pie su adaptación de A través del Islam, el libro que relata los viajes de Ibn Battuta en el lejano siglo XIV. El propio Marco se ha hecho esa misma pregunta muchas veces: ¿por qué hacer un viaje tan largo? Lo meditaba mientras leía la novela y siguió haciéndolo durante meses. Quizás por tanto buscar una respuesta, acabó realizando esta adaptación que estrenó en un teatro de Ammam hace dos años. Estas semanas en Rabat le ha vuelto a asaltar la cuestión y cree haber encontrado una conclusión.

El tayín ya está servido en la mesa. Mientras esperan a que se enfríe, se cruzan sus miradas. Sin palabras, Yunes se disculpa y Marco le dije que no se preocupe, aunque lamenta que su amigo se haya perdido la representación. Miente al decir que quizás pueda verla pronto en alguna otra ciudad de Marruecos. No sabe si volverá a representarla. Entonces, quizás para borrar esa idea de su mente, empieza a relatarle el viaje de Ibn Battuta en su salón. Una historia que comienza por el final, cuando después de su largo recorrido, se sienta junto al granadino Ibn Yazuyy, el encargado de transcribir sus palabras. Marco interpreta a ambos personajes. Arranca con una confesión del viajero: quería encontrarme en los otros, era a mí a quien buscaba. El viaje a la Meca era solo la excusa para calmar mi deseo de aventura.

Se pone en marcha hacia el oriente. Aunque el libro detalla paisajes y ciudades y desgrana los personajes ilustres con los que se encontró Ibn Battuta, Marco prefiere saltarse esos pasajes para hilvanar las anécdotas que le conmovieron durante la lectura. ¿Qué importancia tienen dos dinares cosidos en la entretela de una capa? Que esa fue la primera ayuda que recibió y así descubrió el valor de una mano amiga en el camino. ¿Por qué tanto drama al llegar a una medina donde nadie lo conoce? Porque ahí comprendió que no mantendría relaciones duraderas mientras siguiera de viaje. Marco hace una pausa para atrapar la atención de su único espectador antes de preguntar. ¿Sabes por qué el jeque Yamal Din Saui se afeitó las cejas y la barba? Yunes confiesa que desconoce el motivo y lo anima para que se lo cuente. Marco se metamorfosea al instante en una mujer egipcia enamorada del apuesto jeque al que también interpreta. Primero muestra el deseo femenino y después el rechazo varonil. Yunes ríe al intuir la emboscada: una viejecita que necesita ayuda para que le lean una carta, una incitación a entrar en casa y una mujer encendida esperándolo en el diván. Al descubrir que ha caído en la trampa, Marco, que hace ahora de jeque, solicita ir al baño. Aprovecha ese minuto de intimidad para afeitarse toda la belleza de rostro. Al verlo pelado, más feo que un lagarto, el deseo de la egipcia se apaga y lo expulsa sin contemplaciones.

El entusiasmo de Yunes consigue que Marco siga adelante con su viaje hasta la Meca, incluso se atreve a recitar un poema sobre Damasco. Se dirige hacia Yemen y a otros países del sur, tal y como anunciaron unos sueños premonitorios. Llega a Constantinopla y continúa hasta la tierra de las tinieblas, donde reina el frío y se avanza como un perro que clava sus uñas en el hielo. Se suceden los países, las tragedias y los recuerdos. India, las Maldivas y China. Naufragios, envenenamientos y asesinatos. Mujeres exóticas, hijos abandonados y la búsqueda insaciable de aventura. Yunes se imagina a los acróbatas girando incansables al son de un go zeng chino. Un último peregrinaje a la Meca antes de regresar a Tánger. En el camino de vuelta le acompaña únicamente la peste que asola cada territorio y una noticia que lo entristece. Un cálido aplauso se encarga de levantar el ánimo. El tayín se ha quedado frío. Yunes lo mira fijamente sin decir palabra. Por fin se atreve a confesar lo que está pensando: Eres como Ibn Battuta, vas de acá para allá buscándote a ti mismo. Marco sonríe agradecido por su perspicacia y saborea el silencio antes de responder: Es inagotable conocerse.

La fotografía de portada ha sido realizada por Youness Kacem y el resto por Álvaro de Ramón Murillo sobre el montaje teatral El viajero, adaptado y dirigido por Marco Magoa.
¡me encantó! con tu relato, estuve en el teatro. Abrazote.
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Recuerda que no hay nada como ir al teatro de verdad.
Disfruta de la función.
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Hola Alberto
Aunque hayas descubierto el misterio del viaje -encontrarse a uno mismo-, es un misterio que nunca se acaba porque la vida siempre fluye.
Un abrazo
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La búsqueda nunca acaba.
Gracias por pasarte por aquí.
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