El talentoso equipo de Emotional Books, con Joan a la cabeza, se dedica a la interpretación de grandes libros mediante fotografías que publican en su cuenta de Instagram. Recientemente me han sorprendido con la publicación de una relajante, o quizás sugerente, imagen dedicada a mi diario del hammam, Meshi shughlek.
Aunque más que sorprenderme, casi me arruinan el día… Como trabajo un par de días a la semana en un centro a mitad de camino entre Kenitra y Rabat, para llegar allí primero tengo que coger un autobús urbano cerca de casa, el 30, que me lleva hasta Sidi Taibi y allí me monto en otro, el 3, pero esta vez de la red de Rabat, que me deja en Buqnadel. El caso es que uno de esos días que tanto madrugo para ir de bus en bus, estando en mi primera parada, me llegó la notificación de un hombre medio desnudo, leyendo mi Meshi shughlek.

¡Ay, madre! ¡Qué foto tan chula! Voy a escribirles ahora mismo para darles las gracias. No, no, mejor se la envío cuanto antes a mi familia. Espera, lo primero es difundirla en redes. ¿Cómo se subía una publicación al stories? De golpe esta mañana para mí se convierte en un auténtico día de celebración, pero para el conductor tan solo se trata un martes más en el que coger las rotondas al estilo kamikaze rutinario y, con las manos encadenadas al teléfono, no tengo donde agarrarme, así que acabo empotrado contra una mujer que grita sobresaltada. Smahlia lalla!
Y no queda ahí el asunto, me concentro tanto en propagarlo, que en Sidi Taibi me paso de mi parada habitual y me veo obligado a bajarme en otra que apenas consta de un poste en mitad de la oscuridad y, cuando un autobús acierta a pararse y por fin me subo, me doy cuenta demasiado tarde de que me he vuelto a montar en el 30 que me lleva de regreso a Kenitra. ¿No me había dicho alguien que todo me iría mejor si me tomaba las cosas con más calma?…
Pasado el subidón inicial, llegan noticias reconfortantes. Me escribe por Instagram un lector mostrándome una foto donde sostiene mi libro: ¡Ya en mi poder! Y a los pocos días me vuelve a escribir para decirme: Ayer me acabé el libro y me ha encantado. Sin duda es un halago que me alegra el día, pero no puedo dejar de pensar en la rapidez con la que lo ha “consumido”. En el fondo me hizo más ilusión aquella vez que Siham me dijo que el libro le había cambiado su forma de estar en el hammam, que ahora simplemente se relajaba a esperar la próxima gota y que disfrutaba más que nunca de la visita a los baños.

Tumbado boca arriba en la sala caliente del hammam reflexiono sobre lo que ha pasado, sobre el ritual de entrar a los baños para salir como nuevo. También recuerdo aquella promesa de acudir cada semana a los baños durante un año y, ahora que cambiamos de año, me apetece volver al origen y repetir la misma experiencia. Pero esta vez no me apetece ir solo, preferiría que me acompañaras. A ver si conseguimos juntos bajar una marcha, que te aficiones a visitar las salas calientes y que consigas tan solo esperar a ver dónde se precipita la siguiente lágrima del techo abovedado.
Aquí va mi nueva promesa de Capodanno, como aquella vez, voy a acudir al hammam cada domingo por la noche para cerrar la semana. En realidad, voy a ir yo solo, pero tú puedes acompañarme de forma virtual ya que antes de entrar en los baños leeré cada una de las visitas que aparecen en mi diario del hammam Meshi shughlek a través de un directo de Instagram.
Esta lectura sosegada de Meshi shughlek es una invitación a saborear el ritual del hammam, a caminar más despacio (recuerda que el suelo resbala) y en definitiva a pararnos un instante y a mirar hacia dentro mientras esperamos a que se precipite la siguiente gota del techo.
“Adéntrate en el hammam y déjate llevar por los efectos sanadores de sus salas calientes”. Esta es la dedicatoria con la que firmé el primer ejemplar a Tirso Priscilo y me gustaría hacer extensiva a todo el que quiera acompañarme.
Así que estás invitado a la lectura sosegada de Meshi shughlek.
¿Cuándo? Los domingos a las 20:00.
¿Dónde? En directo desde mi cuenta de Instagram.
Eso me recuerda que debo de seguir con la sosegada lectura del libro, que me queda un tercio o así. Igual es mucho sosiego el que llevo…
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A mí me parece que lo estás leyendo demasiado rápido. Tómatelo con calma.
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