La tarjeta postal es el futuro

Siempre he sentido una gran atracción por las postales. Quizás sea porque me encanta viajar y las asocio a estos momentos de descubrimiento. Al verlas, no puedo reprimirme unas ganas enormes de contar alguna anécdota a un amigo. ¿Pero cuál compro? Hay tantas que me gustan. Ante la duda, presionado por la sensación de que no volveré por allí, tiendo a comprar más tarjetitas de las que necesito e incluso más de lo razonable. El resultado de este peculiar síndrome de Diógenes epistolar se materializa en una caja de cartón con docenas, quizás centenares, de postales que hacen de diario desordenado de mi recorrido por el mundo. Cuando las redescubro ahí esperándome, me siento culpable porque me parecen conversaciones pendientes, oportunidades perdidas de expresar cuánto aprecio a un amigo, o lo mucho que echo de menos volver a juntarnos para charlar de nuestras cosas. Entonces renuevo la promesa de arañar quince minutos semanalmente para escribir unas líneas.

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Conversaciones pendientes

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Conversaciones vacías

El año pasado decidí hacerlo en el vestuario del hammam, aprovechando la calma que me regala siempre ese lugar. Solo lo cumplí a medias, pero la mitad es mucho mejor que la nada. A pesar del incumplimiento, este camino me sigue atrayendo. Llámame antiguo que no me ofendo, que yo entenderé romántico. La alternativa me resulta insulsa: contestar whatsapps a la carrera sin dedicarles el tiempo que se merecen, dejar de expresarnos como adultos para enviar caritas y otros dibujos infantiles, llamar cada vez menos y acomodarnos a notas de voz (las detesto) y sustituir las charlas con amigos por saludos virtuales. Mensajes repetitivos, huecos, sin alma. Chascarrillos tomados prestados de un grupo y compartidos en otro. Y así pasan las semanas y no sé qué les duele a las personas queridas. Aunque sea una batalla perdida, estoy decidido a seguir enviando postales mientras sea posible. Es más, defenderé esta práctica a capa y espada como una experiencia más emocionante que una partida de fortnite o de cualquier otra moda que nos haya atrapado. Así que cada semana me acomodo para cumplir con la promesa, como un ritual o un acto sagrado. Y cuanto más lo medito, más convencido quedo. Porque estos minutos que empleo en rellenar unas simples líneas, los estoy dedicando plenamente a ti y espero que las leas con la atención suficiente para que el mensaje llegue a su destino. Este tiempo es para ti, para nosotros. Regálame también el tuyo al recibir mi postal.

A veces, un par de semanas después de haber acudido al buzón me sorprende un mensaje telefónico dándome las gracias o diciéndome la ilusión que le ha hecho recibirla. Me alegra un instante y de inmediato pienso que algo falla. Como si hubiera un problema con el sistema de unidades. Discúlpame el tecnicismo, me explicaré con ejemplos: como si me dijeras que el niño pesó tres litros al nacer, como si confesaras que tardaste doscientos quilómetros en llegar, como si aseguraras que mides kilovatio y medio. Así que irremediablemente, me siento estafado: la respuesta a una postal debe ser otra postal, o una carta si lo prefieres. Claro que sé por propia experiencia que el servicio de correos marroquí a veces nos juega malas pasadas que hace que no lleguen los envíos. ¿Te he contado que me encontré una postal tirada en la acera de la zanqa Zemzem destinada al señor Mrteh? Al recordarlo, comprendo que no puedo luchar contra lo inevitable y decido demostrar amor sin esperar nada a cambio, como aprendí leyendo a Platón.

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Insuperable

Y entonces recuerdo aquel viaje a Chauen, en el que íbamos aterrados por la conducción suicida del taxista, y en cada curva parecía que iba a ser nuestro final, y nos agarrábamos de las manos para darnos fuerza unos a otros, y no decíamos nada pero las miradas hablaban por nosotros, y observaba las hermosas montañas que se desplegaban a la izquierda y soñaba con recorrerlas algún día, y mentalmente escribía postales a mis hermanos llenas de gestos íntimos: una risa que ilumina el salón, cómo estudias el mapa antes de señalar la cumbre, el deseo profundo que alberga una figurita traída de China, un brazo sostenido en alto mientras estudias sin descanso, la huida de la batalla sin mirar atrás; y quizás allí fui escritor por primera vez, pero entonces aún no lo sabía y creía que no eran más que unas postales.

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Panorama de postal

Y ahora, te pregunto: Si hablaras con esa persona por última vez, ¿qué le dirías? Escríbelo y pégale un sello.

22 comentarios sobre “La tarjeta postal es el futuro

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  1. Estoy contigo!!Yo también soy de “lápiz y papel”, de esas líneas escritas a un amigo o familiar que transmiten, qué esperas que lean con ilusión y que se sientan especiales al recobirlas en su buzón.Llámame antigua ya que yo tb sigo escribiendo postales…..
    A ver si algún día te llegan las tuyas….Un besazo

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  2. Hola. Me ha encantado este post porque a mí me pasa lo mismo cuando viajo: compro postales para conservar o para enviarlas, después solo envío alguna y me sobran varias que se acumulan luego en casa y que se suman a las del siguiente viaje… Porfa, envíame tu dirección para mandarte una.

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  3. Alberto, me encanta, debo reconocer que uso mucho el whatsapp y que además tiene algunas ventajas que adoro. Irremediablemente, lo que no me gusta son los copia pega, los mensajes refritos que te llegan desde mil sitios. Por supuesto la postal es algo mucho más íntimo, más personal, como tu dices, es un mensaje de que ese momento es enteramente para el receptor, estoy segura de que estabas en el aquí y el ahora cuando la escribiste y eso me encanta. Gracias por compartir esto.

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    1. Fíjate que no lo había relacionado con esa idea de estar en el aquí y en el ahora, aunque precisamente eso es lo que me fascina.
      Gracias por tus comentarios enriquecedores.

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  4. Lo confieso cuando comenzó el año 2018 prometi mandarte una postal cada mes, solo lo hice en Enero y Marzo, este año no seré tan ambiciosa, ya he marcado en el calendrio hacerlo por trimestres, espero darte esa alegria. Un abrazo.

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  5. Me encantan los postales. A menudo los envío, y tal como te pasó, a mi me contestan con llamadas telefónicas o mensajes por la internet. Penso, algunas veces, que las persona ya no saben escribir a mano, con un lápis o un bolígrafo. Pero, hay que seguir y enviar postales. Quizá en alguno momento, la persona sea tocada por la magia de la foto, de la escrita, de la sorpresa y gratitud de una carta.

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  6. Me ha encantado, me has tocado la fibra, y me has reafirmado en que escribir y mandar postales, además de romántico, es un regalo para mí y para quien la recibe. Compro postales siempre que viajo, es uno de mis rituales. Y ahora, mando ya cada vez menos, pero voy a tratar de recuperar esta constumbre que me gustaba tanto. En cada viaje, sobre todo cuando voy sola, me montaba mi «momento postales y diario de viaje»:Cuaderno de direcciones en mano, y una postal para cada persona, que llegaría, seguramente, después de mi vuelta a casa. Normalmente,sentada en una terraza de un café, respirando el ambiente del lugar visitado. Mucho mejor que la inmediatez y la distracción de las redes sociales, que, aunque nos permiten también mantener contacto en la distancia, no despiertan la emoción que provoca abrir el buzón y encontrar una postal , o una carta, de aquella persona a la que hace tiempo no ves, y que te cuenta cómo le va la vida desde la ultima vez que supiste algo de ella,.. Un buen amigo mío, se reía de mis cartas, siempre abultadas, (ahora veo que lo de escribir me viene de lejos…), y comentaba: a tus cartas, o bien les sobra papel, o les falta sobre….
    Empezamos?

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    1. No puedo estar más de acuerdo contigo en esa emoción de reservar un momento durante el viaje para escribir unas postalitas.
      ¿Empezamos? ¡Nunca he parado!

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  7. Me encanta ¡¡ Gracias por escribir estas líneas tan bonitas y feliz año nuevo

    El 04/01/2019 a las 7:04, El zoco del escriba, de Alberto Mrteh escribió: > WordPress.com > Alberto Mrteh posted: «Siempre he sentido una gran atracción por las > postales. Quizás sea porque me encanta viajar y las asocio a estos > momentos de descubrimiento. Al verlas, no puedo reprimirme unas ganas > enormes de contar alguna anécdota a un amigo. ¿Pero cuál compro? Hay tan» >

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  8. Hola Alberto

    Se me está ocurriendo una maldad. Utilizar las postales a modo de ficha de viajes en donde apuntar ideas, emociones, sentimientos,… que ha generado esa postal.

    Con todo eso -imagen y texto- desarrollarlo un poco más en un post de tu blog. No es lo mismo que recibir la postal con su sello en el buzón de tu casa, pero los tiempos van cambiando.

    Un abrazo

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    1. Me gusta tu idea. Tengo cuadernos, libretas de todos los tamaños con notas de viajes y de otras experiencias. Estaría bien tenerla en postales que se quedan en borradores.
      Lo tendré en cuenta.

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  9. Solamente conozco una persona que sigue enviando postales en estos tiempos de la inmediatez, así que supongo que, aparte de antiguo, éso te hace único!

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