A Pierret
Tánger, 9 de junio de 1832

Querido amigo, aunque no he recibido noticias tuyas desde mi anterior misiva, nuestra inmediata partida de Marruecos hacia Argel me empuja a escribirte unas líneas que reflejen las emociones que me invaden en mis últimas horas en este país resplandeciente. Precisamente su luz y la reverberación en los edificios encalados hizo que temiera por mis ojos al llegar. Creí incluso quedarme ciego, con los ojos requemados por la intensa luz, y ahora comprendo que el resultado ha sido precisamente el contrario: he aprendido a mirar de una manera diferente, pues he debido apreciar nuevas tonalidades.

Mi primer impulso fue pintar algunos óleos en la propia medina, pero tuve que desistir por la estruendosa algarabía que se formaba tan pronto como plantaba el caballete en una callejuela. En su lugar, he caminado siempre con mi cuaderno bajo el brazo y lo he llenado de acuarelas y de notas. Proyecto detallar en un libro las circunstancias de cada uno de esos instantes que he reflejado. Ajeno al objetivo de nuestra embajada, no he dejado de recorrer las callejuelas de Tánger y de Meknes, donde a cada paso me asaltaba un rincón digno de ser retratado. A pesar de ser horrorosamente imperfectos.

Para empezar, la primera sorpresa fue encontrarme con las Antiguas Roma y Grecia, no en los monumentos, sino en el porte de estos caballeros. Aquí es dónde deberían acudir los estudiantes de Bellas Artes para rememorar el mundo clásico. Llevan los ropajes, en ocasiones tan solo una manta roída, con tal gracia y en formas tan diversas, que no han dejado de sorprenderme a diario. Me he arruinado comprando las más diversas prendas para mostrároslas: turbantes anaranjados, chilabas blanquecinas, babuchas amarillentas. En mis caminatas, he observado a estos hombres en las más dispares posturas: tumbados descansando en el campo, sentados mirando sus manos entrecruzadas, acuchillados durante horas, ajustándose el jaique, a lomos de un jumento que cruza un paraje deslumbrante. La belleza de su caminar ennoblecen la arquitectura de allá por donde discurren.

He trabajado sin descanso por miedo a olvidarme de lo que veía: nuestro campamento rodeado de aloes, una tela sobre cuatro estacas para protegernos del sol, una tumba inesperada, un minúsculo morabito que surge a nuestro paso, unas mujeres lavándose en el río, unos naranjos cargados de frutas con algunas ya caídas por el suelo, unas murallas ocres que enmarcan el paisaje, una taburida en Meknes que celebra nuestra llegada con caballos y pólvora, lámparas que alumbran los muros de la mezquita, un gracioso acceso cubierto de arabescos junto a una fuente que apaga nuestra sed, una puerta morisca que da acceso a un mercado abarrotado, callejuelas con los faldones pintados de azul, unas escaleras, después una portezuela pintada a mano, después una alcoba con cojines sobre los divanes y, desde la azotea, unas vistas espléndidas de los minaretes y las montañas que nos circundan. A veces, he vuelto a revisar mis dibujos y he añadido una nota reveladora que había olvidado: los pies van descalzos.

Solo lamento lo difícil que ha sido retratar a las mujeres, tan solo algunas judías han accedido, a cambio de unas monedas. La invitación a una boda ha sido quizás el mayor de los tesoros que he encontrado durante los meses de recorrido. No dejé de tomar nota durante aquella celebración: los presentes, judíos y musulmanes, las lujosas vestimentas, toda suerte de objetos con usos por descubrir, los preciosos instrumentos musicales que llenan la estancia de estruendo, la novia que parece sufrir durante toda la ceremonia, los más asombrosos rituales. Contemplo de nuevo la acuarela de ese patio donde ocurrió el acontecimiento, lo he pintado vacío, a la espera de llenarlo de música, jolgorio y baile.


Muchas noches he temido que se me escaparan todos estos recuerdos, que un sueño traicionero los borrara de mi memoria. Pero ya he dejado de preocuparme. Ahora sé que en mi cuaderno de notas albergo lo que atraparon mis ojos, repleto de aclaraciones que detallan sombras y colores, paisajes y arabescos. Solo espero que este maldito cólera que asola Francia, no me alcance, ahora que soy un hombre renovado. Porque he comprendido que mi alma ha cambiado, que este viaje me ha retirado las legañas y que desde hace semanas fijo mi mirada con la misma intensidad con la que me observaron los árabes que salieron a mi paso.
Me despido afectuosamente con todas estas imágenes rondando sin descanso por mi cabeza.
Eugène
Esta carta está inspirada en la veintena de misivas que Delacroix escribió durante su viaje por Marruecos en 1832, publicadas por Terra incógnita bajo el nombre de Viaje a Marruecos y Andalucía.
Las acuarelas de esta entrada están extraídas del libro Delacroix. Voyage au Maroc. Aqcuarelles, editado por Bibliothèque de l’image.
Gusto da leerte, comme d’habitude, maestro.
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No me puedo creer que utilices draimartini para identificarte. Gracias por tu apoyo.
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Que carta más maravillosa. Los marroquíes se sentirán orgullosos de su país de contrastes y de tantos personajes que pasaron por allí y lo plasmaron en sus pinturas, libros y música.
Estoy leyendo ahora un Ensayo «Con los ojos bien abiertos» de Julian Barnes y uno de los pintores sobre los que escribe es Delacroix. Tomo nota para leer este libro de donde has extraido esta hermosa carta.
Gracias Alberto por abrirnos un poco más los ojos y el amor que tienes por ese país y que sabes transmitir tan bien.
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Lo que más me emocionó del viaje de Delacroix fue que algunos de esos cuadros los pintó muchísimos anos después de su visita a Marruecos.
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¡Bellísimo Alberto, muchas gracias! Abrazote.
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Gracias Marta, me alegro de que te haya gustado.
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Gracias por traernos esa carta. Esas acuarelas con esos colores transmiten lo que mucho de nosotros ha sentido cuando estuvimos alla. Y a mi tambien me paso: «Porque he comprendido que mi alma ha cambiado, que este viaje me ha retirado las legañas y que desde hace semanas fijo mi mirada con la misma intensidad……»Por eso vuelvo.
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No me ha sido difícil meterme en la piel de Delacroix porque a mí también Marruecos me ha quitado las legañas.
Gracias por pasarte por aquí.
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Gracias por la cartel me gysta mucho todo lo que hablas para Marruecos
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Muchas gracias por tus palabras.
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Hola Alberto
Me voy a tomar la libertad de compartir lo que dice Wikipedia sobre este viaje de Delacroix. Si no lo ves conveniente, puedes modificar el comentario.
https://es.wikipedia.org/wiki/Eug%C3%A8ne_Delacroix#Viaje_al_norte_de_%C3%81frica
En este contexto, cobra aún mayor importancia la versión-resumen que has hecho de ese viaje. En alguna forma, parece como si Alberto hubiera mutado en Delacroix. Es muy difícil escribir como otra persona; pero creo que lo has conseguido.
Un abrazo
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En realidad me divierte mucho convertirme en otra persona. Y me parece estupendo que amplíes la información. De hecho, leer sus cartas también me ha hecho interesarme por lo que pintó inspirado en Marruecos.
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Muchas gracias Alberto por este resumen de las cartas de Delacroix y por las acuarelas, muchas gracias por tus descripciones y sobre todo, gracias por lo que trasmites, para mi, va mucho más allá de las imágenes, de lo personajes, lo que trasmites es la pasión y la transformación, la que vivió Delacroix en Marruecos y la que también vives tú. Muchísimas gracias por tus palabras, encantada de leerte.
Un abrazo
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Me alegro mucho de que te haya gustado. Me he dejado inspirar por las cartas que el propio Delacroix escribió durante sus meses en Marruecos. Me alegro mucho de que te haya gustado.
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Maravillosa carta de invitación a Marruecos…. y a ver las acuarelas de Delacroix… Los colores de Marruecos quedan para siempre en el fondo de la retina, hechizan. Me ha gustado mucho cómo los has transmitido.Has puesto palabras a los colores, me ha encantado…
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Muchas gracias Laura. Lo increíble es que Delacroix pintó algunos de esos cuadros muchos años después de su viaje. Realmente se le quedaron grabados en la memoria.
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Cuando pones tu nombre aquí arriba, debajo escribes: Escritor atrapado por el encanto de Marruecos. Hoy has descrito lo mismo con un pintor, nada menos que Delacroix, y me muero de amor con tus/sus descripciones y pinturas. ¡Ya falta menos! Yo también me llevaré los lápices y las acuarelas. Graciaaaaas, como siempre, por todo lo que nos cuentas de ese país.
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Me encanta la idea de que viajes preparada a Marruecos con tu material para dejarte inspirar por lo que surja a tu paso. Me alegro de que te haya gustado.
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