Shems’y, un circo más brillante que el sol

Desde la vez que vi “Échets et mâts” en la École Nationale de Cirque Shems’y soñaba con la idea de visitarles para conocer el trabajo diario que había detrás de tan fabuloso espectáculo. Con la excusa del estreno de “PLAYA” me he aventurado a solicitarlo y me han abierto generosamente las puertas para asistir a sus ensayos. Bajo la carpa, sobre la arena, los artistas calientan, estiran, practican malabares. Repiten sus giros más difíciles entre cómplices risas y bromas. El maestro justifica mi presencia en las gradas vacías mientras los jóvenes le rodean. Comienza la representación tras una palmada. Desarrollan al completo la historia, pero sujetan pesos imaginarios, gritan ante manos vacías y dialogan en soledad. La energía la reservan para la función nocturna con público y el resultado es una surrealista sucesión de movimientos simulados y piruetas fingidas. Una coreografía a medio gas contaminada de juveniles risas, teatreras peleas y ropa de calle. El escenario se llena de monstruos que sonríen mientras estiran los brazos y de aspavientos sin sentido, pero el cántico se adivina cálido y el baile expresivo. Las indicaciones de Karim son lo más poderoso esta tarde. —Habla más alto, avanza deprisa aquí, realiza esta pirueta más lentamente, gírate para que todo el mundo pueda verte, imita aquel gesto de esta forma, no te relajes, la energía no puede decaer hasta el final.

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Ensayos en Shems’y con Mrteh

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Injusta vida

Minutos antes de las ocho, los asientos se llenan de miradas curiosas. Reina el silencio al desmayarse la luz. Dos niñas de la primera fila están tan contentas que se les oye todo el tiempo. Gritan ante las piruetas, ríen los gestos del tullido, comentan las caídas, aplauden los tropiezos. Sus carcajadas son más fuertes que la música cuando las cabriolas hacen que los artistas rueden por la pista de arena. Y gritan asustadas cuando acechan los monstruos nocturnos. Pero en cuanto vuelve la percusión, de nuevo dan palmas alegres y aplauden las volteretas, ajenas al esfuerzo que suponen. Sencillamente les divierte el espectáculo. Junto a ellas hay un adulto que comienza juzgando el aspecto de los artistas. No parece acostumbrado a los muchachos con tatuajes o pelo largo. Pero pronto se sumerge en las aguas del mar embravecido que baña esta playa. Se revuelve en el asiento cuando la injusticia se ceba con el vagabundo, pero que se relaja seducido por la sensualidad de la aún adolescente. Y ladea su cabeza, sometido por el dulcísimo canto de la muchacha que anima al grácil acróbata. Envidia la vitalidad de su juventud. Cuando el mar impone su trágica maldición, se da media vuelta para mirar hacia donde señalan desde el escenario, como si efectivamente la carpa fuera el océano. Solo la petición de su hija para que aplauda con ella le devuelve a la realidad.

Karim Troussi y Alberto Mrteh
Karim Troussi y Alberto Mrteh

Karim Troussi, el director, mira atento cómo se desarrollan las escenas. Sabe que el trabajo del día a día es la base de todo y por eso está tranquilo. Ya no tiene sentido preocuparse por la ejecución técnica. No hay nada que él pueda hacer una vez se han apagado los focos. Pero observa atento para comprobar que la historia sabe a verdad, evalúa si se cree lo que ve en el escenario. Desde la grada puedo intuir el gesto de su rostro y me parece que sonríe. La charla previa con el grupo me acerca a su alegría pegajosa y a su miedo irrefrenable de estar en escena y me contagio de su arrolladora energía. Leo la concentración en sus miradas. ¿Acaso soy el único que escucha sus pensamientos? —Si sigues mirándome así, Nora, terminaré por enamorarme de verdad. Baila, serpentea, sonríe. —Has nacido para triunfar, Ayoub, mi risa es auténtica contigo. —Tú no pierdas de vista mis juegos malabares. —Lhoussine, tullido repugnante. Pareces auténtico. —Sube, hermano, usa mis hombros como apoyo. —Simo, no sería capaz de hacerlo sin tu ayuda. —Acabarás por superarme, Rabie, somos un equipo. Déjate caer. —Ten cuidado con tu vieja lesión. —Amine, mantente firme a mis pies, ¡allá voy con mi pirueta! —No dejes de sonreír, Jaouad, no necesitas focos para brillar. —Ya giras sin fin, Hicham, terminarás hipnotizándonos. —Yassin, agarra con fuerzas mis tobillos. Este es mi salto más difícil. Confío en que lo harás. —Toma aire. Puedes contar conmigo, Ayoub, elévate como tú sabes. —Es el momento de dar lo máximo. Que nos invada el ritmo de los tambores. No podría detener mi cuerpo, ni aunque quisiera. —Nos contamina tu energía animal, Abdessamad, y nos transforma en fieras salvajes. —Agítame, salta, retuércete, baila, brinca, sube, al suelo, gira, media vuelta al ritmo de la música. Suda hasta el último aliento. Consume la reserva.  Que no decaiga la energía. —Suéltate, Bouchra, estamos todos abajo para sostenerte, no te dejaremos caer. —Somos un equipo. Abracémonos fuerte, juti, este aplauso no nos los quita nadie.

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Nuestro aplauso

L’École Nationale de Cirque Shems’y tiene sede en el Chapiteau Mawsim, Kasbah des Gnaouas, en Salé. No te pierdas sus espectáculos ni si festival Karacena el próximo agosto.

6 comentarios sobre “Shems’y, un circo más brillante que el sol

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  1. Hola Alberto

    A veces no somos conscientes que detrás de un bonito espectáculo hay horas y horas de ensayo donde no todo es tan bonito. Que hay que repetir miles de veces un determinado gesto no solo por su belleza sino porque nos jugamos la salud en ello si sale mal.

    Y algo de eso ocurre también en los blogs. Después del borrador, hay que escribir y desescribir varias veces para que el lector tenga la sensación de que ha salido de forma natural.

    Algo así como maquillarse de forma que no parezca que vas maquillada.

    Un abrazo

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