Hay días que tengo la suerte de cara y surge en la conversación alguna expresión cuyo significado desconozco. Entonces me entran unas ganas tan irrefrenables de ponerla en práctica, que soy capaz de soltársela al primero que se cruce por mi camino. El agraciado suele ser el camarero de turno, que va descubriendo poco a poco mi afición a charlar por los codos. Incluso cuando no le divierte lo que he dicho, lo más probable es que ría y me responda anta maalem [أنت معلم], eres la leche. De esta forma me pone en bandeja responderle con una de las primeras gracietas que memoricé y no puedo evitar acabar el estribillo de la canción: uhna minek ntaalem [وحنا منك نتعلم], y que cada uno de ti lo aproveche. Y el camarero esta vez se ríe a mandíbula batiente y se lo repite a algún parroquiano y el universo se entera de que hoy no me acostaré sin saber una cosa más.

Después, quizás mientras camino por la calle, intento recordar cómo era eso que me ha enseñado mi amigo y me doy cuenta de que ya lo he olvidado y me tiro un buen rato dándole vueltas a la lavadora luchando por que aparezca. A veces se me resiste y tomo nota mental para preguntárselo en nuestro próximo encuentro. Pero hay otras que me viene de repente y entonces me transformo en un auténtico pollo sin cabeza, y me muevo igual que un vitorino que recorre la calle Estafeta, loco por usar la expresión. Como si hubiera una especie de cuenta atrás para conseguir archivarla en la memoria. Y yo mismo me recuerdo a unos amigos de la universidad que estudiaban francés. Un día me los encontré por la calle mientras andaban repitiendo sin descanso lo que habían dado en clase: Je voudrais une chambre, s’il vous plaît. Ahora que lo pienso, yo tampoco pude evitar reírme a carcajadas cuando los escuché, pero es que tenías que haberlos oído pedir una habitación a pleno sol con semejante acentazo.
El caso es que cuando alguien me enseña algo que me resulta simpático, sobre todo si se puede utilizar en mil ocasiones, como por ejemplo ya maak [جا معاك], te queda bien, me tiro el día entero soltándolo a diestro y siniestro. Y hago el teatrillo para que los gestos acompañen al chascarrillo. Y por muy grande que le venga la chaqueta, oiga pues qué bien le queda, señor revisor. Y el hombre se queda tan contento, ya que a nadie le amarga un dulce. Y voy como buscando a algún conocido para hacerle saber con total sinceridad que le sienta fenomenal su espantoso corte de pelo o un pantalón hecho jirones. Pero si está roto, quizás me responda. Sí, pero ese color ya maak. Lo que sea con tal de utilizar la nueva frase hasta que quede grabada a fuego.

La verdad es que la alegría suele ser efímera porque pronto descubro que tan importante como conocer la expresión es utilizarla en el momento adecuado. Por ejemplo, después de mucho esfuerzo conseguí memorizar darti lia tiara frasi [درتب لبا الطبارة في راسي] , has hecho que la cabeza me dé vueltas. Pero cuando me estás poniendo la cabeza como un bombo, precisamente es cuando más difícil me resulta recordar la frasecita de marras. Así que esa jamás la he conseguido colocar en su sitio. Sin embargo, hay otra que, a base de intentos, se ha convertido en una de mis señas de identidad: sodfa jeir min alif miaad [صدفة خير من ألف ميعاد], por casualidad es mil veces mejor que en una cita. Es perfecta cuando te encuentras de improviso con un conocido. Y sonríen tanto al oírlo que se me contagia la alegría.
Ayer mismo, Muhsin, que disfruta charlando tanto como yo, me soltó que isem ala musamma [اسم على مسمّى]. Y se me quedó mirando antes de traducirla a la espera de mi reacción. Al final comprendí que es algo así como haces honor a tu nombre. De inmediato llamé al camarero y se lo dije, aunque no tengo ni idea de qué significa Ibrahim. Muhsin me recomendó que la incluyera en mi repertorio y estoy deseando ponerla en práctica, pero resulta que ahora tengo la tarea de conocer el significado de vecinos y conocidos. Por el momento, me limitaré a decírselo a los Said y a las Jamila, no sea que le diga a alguna Dolores lo a gusto que se quedó su madre al bautizarla.

Hola Alberto,
Ism ala musama es una expresión del árabe clásico y sólo la conocen personas que tiene un buen nivel de arabe mientras que la de derti lia Tiara firasi pertene al argot juvenil que personalmente desconocía !
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Es verdad que a veces se me mezclan las expresiones en dariya y en fosha, seguramente es porque tengo amigos de todo tipo, pero diría que esa de «haces honor a tu nombre» la conoce casi todo el mundo. Un saludo, Fatima.
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Que bueno Alberto, me ha resultado muy divertido, sobre todo porque te imagino con tus frases y la cara de tus interlocutores.
Y me viene el recuerdo de
Bezahlen sie zusammen oder getrennt?
¿Lo recuerdas?
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Me había olvidado por completo de esa frase. Ni siquiera recuerdo muy bien cuándo la usaba. Seguro que cuando no venía a cuento.
Mucho me temo que la realidad es aún más surrealista de lo que te puedas imaginar.
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Hola Alberto. Estoy escribiendo una pequeña historia ambientada en Marruecos, así que frases cómo estas me ayudan mucho, al igual que todo lo que publicas sobre tan maravilloso país. Gracias por acercarnos a Marruecos con tu conocimiento de primera mano.
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Me ha hehco mucha ilusión tu comentario, María. Te deseo mucha suerte con tu novela y no dudes en ponerte en contacto conmigo si lo necesitas. Un abrazo.
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Hola Alberto
Me ha gustado la frase que tiene que ver con la casualidad y la cita. En el mundillo del comercio en el que me muevo, surgen más ventas por casualidad que por citas. 🙂
Un abrazo
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Estonces te la presto para que la uses siempre que quieras, pero hay que estar atento para decirla justo cuando toca.
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Hay una expresión de John Lennon que tiene cierta relación:
‘La vida es eso que pasa mientras haces otros planes’
No es que la vida sea una casualidad… pero a veces, lo parece.
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Es verdad que por momentos parece que la clave está en ciertas cosas que ocurren casi sin darnos cuenta.
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Creo que Ibrahim es la versión árabe de Abraham.
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Es verdad, siempre lo olvido.
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