He recibido un extraño mensaje invitándome a ir hoy mismo al cine Renaissance. Me sorprende que no me diga para qué. Además, los cines llevan ya un año cerrados en Marruecos, así que me encamino hacia allí bastante confundido. En el hall de la sala un enorme cartel anuncia un Viaje musical con Izza Génini. Alguien me ha hablado en alguna ocasión de los documentales de esta directora sobre la variada música marroquí. El taquillero me hace gestos para que me acerque y me entrega un billete que reza: Pase exclusivo con la presencia de Izza Génini.

Entro en la sala silenciosa, que está a oscuras. Las butacas plegadas como un acordeón despejan un amplio espacio delante del escenario. Izza me saluda con la mano y me da la bienvenida. Me habla como si nos conociéramos. Mrteh, he oído que quieres saber más sobre la música tradicional de mi país. He preparado una velada con algunos amigos para recordar mis películas. Entonces ¿vamos a verlas? Mejor aún. Vamos a revivirlas. Atento, comenzamos con Aita.
Un grito desgarrador me hace mirar hacia el escenario. La pantalla ha desaparecido como por arte de magia y se ha desplegado un magnífico musem que me deslumbra con los caballos y la pólvora de su taburida. Izza me susurra al oído. La aita nació en las fértiles tierras del oeste atlántico. Es el canto de las shijats. Las shijats son mujeres trovadoras que recorren Marruecos de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta. Cantan al pasado, celebran el presente y claman por la esperanza de un devenir mejor. Pestañeo y aparece una jaima donde un grupo de mujeres vestidas con caftanes ceñidos con cinturones dorados cantan para darles coraje a los elegantes jinetes cubiertos con chilabas blancas.

Ya están aquí los caballos engalanados,
ya trajeron los rifles y la pólvora,
ya me llama el eco de la fiesta,
ya llegaron los gallardos jinetes,
ya están las jaimas endomingadas.
Si eres un buen cazador, muéstranoslo.
La aita es un canto nacido de un grito que se transforma en una llamada a la memoria. Una llamada a la vida, a su belleza y a su sufrimiento. Y, por encima de todo, la shijat canta sobre el esplendor exterior y el dolor interior. Pero ten cuidado con la aita porque su poder de atracción es peligroso. Algunos han arruinado su vida por seguir el canto de alguna shijat.
Me abandonó y nadie tiene piedad de mí.
La voz se me apaga, dejadme tranquila.
Vuelve a mí, el mal que me has hecho te lo perdono.
Me abandonó, es el precio de una pasión terrible.
Ven, hermano, que te cuente lo que pasó.

Atento, Mrteh, ahora podrás ver a las shijats en su intimidad. Fatna bent El Hocine y su tropa de mujeres se encuentran en su habitación. Están descansando antes de la actuación, todavía no han comenzado a maquillarse con sus manos alheñadas. No pueden evitar canturrear de vez en cuando y, a falta de tambores, utilizan una botella de plástico que golpean rítmicamente invitando a desplegar su canto. Solo callan un momento para escuchar a Fatna: En Marruecos, hay que admitirlo, la variedad musical es realmente rica, pero en mi modesta opinión no hay nada comparable a la aita del Abda. Tenemos grandes artistas en muchos rincones, pero como en el Abda, ninguno. Fui allí hace dieciocho años y me traje los mejores tesoros de su repertorio: Rajana Fel Ali, Radouni, Chalini. Mi deber es recoger este legado de nuestros ancestros y entregárselo a la siguiente generación.

Mi sufrimiento no hace más que aumentar.
Dile a mi amado que regrese, está tardando demasiado.
El destino se ha cruzado en mi camino.
Estoy tan sola, el precio de la pasión es terrible.
Me duele por los dos, no hay remedio posible.
¡Ay, destino mío! ¿Dónde está mi otra mitad?
¡Ay, madre mía! ¿Por qué soy tan vulnerable?
Hermano, escúchame, te contaré mis desventuras.
Yo mismo empiezo a sentirme atrapado por los cánticos desgarradores de estas mujeres. El amado no regresa, pero el musem vuelve cada año y los caballos y la pólvora son el presagio de que de nuevo vendrán Fatna bent El Hocine y su tropa Oulad Aguida para regalarnos la tradición. Donde antes solo veía mujeres que agitan, como poseídas, sus largas melenas al son de las palmas, ahora reconozco que este grito es una llamada a la memoria. Gracias, Izza, por abrirme los ojos.

Los extractos musicales y las imágenes han sido extraídos de la película documental Aïta, de Izza Génini.
Todas las películas de Izza Génini están disponibles video on demand en el siguiente enlace de Vimeo.
Qué delicia de texto, Alberto. Me precio de ser un viajero asiduo a Marruecos, de recorrerlo a veces con amigas y amigos de allí, sobre todo del norte, y jamás escuché la historia de las shijats y de estos cantes. Es imposible no relacionar las letras, los motivos, la vinculación con el enorme universo del ámbito de las mujeres, desde la desprotección legal al abandono y la búsqueda de la esperanza, con las oraciones y conjuros que muchas españolas en los siglos XVI y XVII mantenían y por los que fueron procesadas por la inquisición. Qué lujo leerlo, de verdad. A ver si cuando todo pase vuelvo por allí, ya con un motivo más en la mochila. Mil gracias.
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Me encanta esto que me cuentas de la relación con algunas españolas del siglo XVI, yo no había encontrado este vínculo.
Las shijats es una de esas cosas que se me cruza en mi camino de vez en cuando y me deslumbra con su luz cegadora. Me gustaría saber más dariya para poder entender las letras con mayor facilidad.
Si tienes la oportunidad, no dejes de ver Aita de Izza Génini.
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