Confieso que nunca he pretendido que este zoco fuera un espacio dedicado a la actualidad. Más bien al contrario. Como me incomoda la inmediatez de las redes sociales, disfruto tratando temas que están fuera de temporada. Sin embargo, es esta ocasión no me queda más remedio que romper la regla para hablar sobre lo único que me ronda por la cabeza estos días. Y es que ha sido poner un pie en Marruecos (alhamdulillah han abierto las fronteras), conectarme a la primera red wifi que he encontrado y comprender que estaba ocurriendo algo con la merendina.

(Por si no la conoces, la merendina es un pastelito a base de bizcocho y recubierto de chocolate, lo bastante popular en Marruecos como para que lo conozca sin haberlo probado nunca.)
El caso es que en cuanto entro en Instagram me asaltan un montón de mensajes en contra del boicot a la merendina. Pero ¿de qué boicot están hablando? Se ve que, con la llegada del día de los enamorados, le han cambiado el envoltorio y le ha añadido los dibujos de unos jóvenes acompañados de algunos mensajes en dariya como tuaheshtek (te echo de menos). Pero resulta que al dueño de un hanut le han parecido intolerables y se ha negado a venderlos. Además, ha colocado un cartel que dice “La dignidad del tendero por encima de todo”. Parece ser que no es el único, sino que un segundo también ha retirado la mercancía y esta vez ha escrito ”No se vende, contiene malas expresiones”. Y entre unos y otros ha surgido el boicot al producto por los mensajes ofensivos, inapropiados y faltos de ética que parecen contener. Y como reacción a esto se levanta en redes sociales una ola que grita alto y claro que “el amor no es un delito” y que apela a no rasgarse las vestiduras por unos inocentes mensajes de cariño.


Me pregunto si efectivamente estará teniendo éxito este boicot o si se trata más bien de un asunto que se mueve en las redes sociales, así que, en cuanto tengo un momento libre, me acerco al hanut que está frente a la estación central de Rabat y le pido una merienda de las del tuaheshtek. De esas no vendemos, me dice el tendero, te puedo dar una normal y decirte tuaheshtek de viva voz. Y me tiende el pastelito con el envoltorio tradicional asumiendo que me lo voy a llevar. Pero ¿por qué no vendéis los otros? Me balbucea entonces una respuesta que me resulta imposible de comprender, pero no a su compañero, ya que ambos se echan a reír diciéndose kenbrik, kenbrik.
Cojo el tren y ya en Kenitra intento comprarla en una tiendecita frente al instituto donde esta noche se proyecta la última película de Nabil Ayouch. Rebusco yo mismo entre los pastelitos que están a mano del cliente y compruebo que todas las merendinas tienen el envoltorio de siempre. ¿No tienes merendinas de las del tuaheshtek? No, de esas no tenemos. ¿Por qué? Si son muy bonitas. El chaval me sonríe, baja la voz y, como si estuviéramos trapicheando, me confiesa que tiene una caja sin abrir y que puede venderme algunas ahora que no hay nadie en la tienda. Finalmente me acaba vendiendo una de cada tipo, ya que hay seis diferentes.

Las leo una a una intentándoles encontrar esa indecencia por la que protestan indignados los promotores del boicot y me resulta del todo imposible comprenderles. Los mensajes son simpáticos, tiernos y cariñosos, alguno casi roza la ñoñería. ¿De verdad esto les resulta ofensivo? ¿Cómo va a ser, en la época de internet, un pastelito lo que pervierta a los jóvenes? Aunque los adolescentes marroquíes vean Élite en sus móviles, resulta que un “te quiero” será lo que les haga desviarse del camino.
El boicot a esta campaña me sorprende, me divierte y me indigna a partes iguales. Por mi parte, y cada cual que haga lo que le venga en gana, no voy a dejar de usar estas expresiones de la merendina cada vez que surja la ocasión.
توحشتك (Tuaheshtek): Te echo de menos
كنبغيك (Kenbrik): Te quiero
أنا وياك واحد (Ana uiek uahed): Tú y yo somos uno
منقدرش نساك (Ma nqadarsh nsak): No puedo olvidarte
أنت أحسن ما عندي (Anta ahsan ma andi): Eres lo mejor que tengo
راك ديما فقلبي (Rak dima fi qelbi): Te llevo en el corazón
Bueno, y ya sabes, que aunque a veces tarde en regresar, te echo de menos.
El santo Valentín no profesó la religión del Islam y si existió ni se enteró que quedaría como patrón de los enamorados en un día señalado del año del que sacan benéfico provecho los comerciantes,.. Al final todo se reduce a sembrar discordia reduciendo el amor y el cariño a una imagen superficial de la que obtener rédito económico,por parte de muchos y motivo de condena por parte de unos pocos que sienten como un deber el adoctrinar al resto.. Y yo, lejos de tales aguas turbias hago una defensa del Amor en mayúsculas que implica comprensión, respeto y que no juzga sino simplemente, ama lejos de discordias
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Pues me apunto a reivindicar ese AMOR con mayúsculas.
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Para un europeo todo eso resulta encomprensible. El mismo boicot podria producirse en Europa si las merendinas pondrieran malas palabras o desnudez. Seria interessante que ententarias estudiarlo yexplicarlo de forma antropologica. Un abrazo
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Mucho me pides, Andrea, pero gracias por la propuesta.
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Hola Alberto,.
Tengo más de setenta años, me ha parecido retroceder unos sesenta, cuando aquí en españa se tenía ese misma actitud.
Un abrazo.
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Bueno, no todo el mundo piensa…
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Ya le he explicado por chat que su mente de occidental moderno no va a comprenderlo. Me alegra que haya comprobado que las tiendas se han sumado al sentimiento de casi toda la ciudadanía. Los que defienden el libertinaje son 4 gatos que tienen que acudir a forasteros como Ud. que no pueden comulgar con lo que somos de verdad: musulmanes.
Cuando dice al final que Ud. siempre va a usar esas expresiones de cariño, está mezclando churras con merinas y está escurriendo el bulto.
Saludos.
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Muchas gracias por compartir su opinión, si Hicham. Tan solo lamento el poco espacio que deja usted a otros puntos de vista.
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Hola Alberto es curioso cómo , en nombre de «la dignidad», se tomen represalias que van más allá de toda lógica. Hoy se trata de un producto, mañana puede ser cualquier otra cosa o contra alguna persona. Es triste, pero real. Un abrazo 🐾
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Eso mismo me temo yo.
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Jaja, estos romanos están locos (voz de Obelix…)
No me cabe duda de que la van a pay los oídos con esas frases. Ánimo!
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Pues se tendrán que acostumbrar.
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Acostúmbrese Ud. a lo que pensamos.
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¡No pienso!
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