
Me asaltó la idea a la cabeza cuando ya llevaba meses tomando notas sobre lo que ocurría en el hammam. Creo que estaba conduciendo, lo que es seguro es que no me encontraba ni remotamente en los baños populares. La continua observación me estaba convirtiendo en un voyeur que cotillea las vidas de los demás, en un curioso que se deja seducir por los secretos de los de alrededor. Analizaba cómo había llegado a ser algo que siempre he detestado. Había comenzado simplemente mirando cómo ejercitaba cada uno su ritual de limpieza. Pero se había convertido en un ejercicio repetitivo, sin excesivas novedades, una vez observados una docena de hombres. Te explicaría sus pasos fundamentales, pero le he dedicado muchas visitas a escribirlo in situ y no quiero desvelarlos aquí pobremente transcribiéndolos de memoria. Tendrás que visitar los baños tradicionales por ti mismo para conocerlos o leer mi libro, si es que algún día llega a publicarse. Ahora lo recuerdo, de eso era de lo que quería hablarte, quería confesarte por fin el título de la novela: Meshi shughlek, y si has estado atento a las lecciones de darija, ya sabrás que significa No es asunto tuyo, aunque podría llamarse No es asunto mío, que es lo que comencé a pensar cada vez que sentía que me excedía en mi observación de las vidas ajenas.

En la tarea en parte impuesta por mí mismo de ir al hammam una vez a la semana, en realidad, ya estaba la condena de tener que profundizar en las situaciones personales de los que van allí. Digamos que el proceso de exfoliación y enjabonado, a pesar de lo exótico que resulta en las primeras visitas, no tiene el suficiente recorrido dramático como para sostener una novela, por muchas vueltas que lograra darle al tema. Así que, al marcar el plazo de doce meses, si lo hubiera pensado dos veces, ya habría comprendido que tarde o temprano tendría que atender al significado de los movimientos que hace cada uno al sentirse observado, a la ternura de un hombre al llevar de la mano a su anciano padre para que no se resbale en el suelo encharcado, al asustadizo temblor de piernas de los niñitos que llegan en verano de Europa y que no están acostumbrados a aquel lugar y a las miradas que se cruzan, que nos intercambiamos. Si lo hubiera meditado el primer día, habría entendido que terminaría escuchando las palabras susurradas por los muchachos del fondo, los comentarios con doble sentido que se lanzan los trabajadores de los baños, las conversaciones entre amigos y las charlas entre desconocidos. Y cuanto más les escrutaba y atento les vigilaba, mayor curiosidad sentía por desentrañar lo que en realidad significaba cada uno de sus gestos.

Distraído como estaba, acomodado por la certeza de que el libro trataría de almas extranjeras, aprovechó el hammam para ejercer el más profundo de sus poderes sobre mí. Como si un yin con ganas de divertirse se tratara, me privó de voluntad y echó a volar mi mente como cometa al viento. Sin que nada pudiera hacer al respecto, dejó de importarme lo que ocurría a mi alrededor y comencé a atender lo que había dentro de mí, a intentar desatar mis propios nudos, agarrotados en el tiempo. Mi vida se entremezclaba irremediablemente con las de aquellos a los que observaba. Y comencé a ser yo también, sin pretenderlo, un personaje de mi novela. Por un momento me asaltó el pudor por alumbrar mis temores infantiles y mis deseos de adulto, me acobardaba mostrarme desnudo ante los demás. Pero me di cuenta de que era en verdad lo más apropiado porque ya lo estaba prácticamente en la sala, tumbado sobre el abrasador terrazo, apenas cubierto por la ropa interior, empapado por el sudor y las aguas del baño. Quizás luché por alejar mi intimidad del cuaderno de notas, pero mi mano escribía ajena a mi deseo, dictada por la magia del hammam, como si fuera un cuerpo que se moviera libre e independiente de mi propia voluntad. Dejé de tener el control de lo que transcribía. Me asaltaba una vergüenza desconocida y únicamente me consolaba pensar que ante posibles preguntas curiosas que quisieran separar la realidad de la fantasía en las páginas escritas, mi respuesta ya estaba en el propio título de la novela: Meshi shughlek.
Todas las entradas dedicadas a la escritura de mi primera novela se encuentran en la pestaña No es asunto tuyo dentro de la sección El escriba.
Tiempo rememorado: octubre 2016
Quiero leer tu novela yaaaaaaa!!!!!Qué ganas!!!!
Fantástico relato!!
Besossss
Me gustaLe gusta a 2 personas
Incha Allah.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me ha encantado. Me absorbe la lectura, ¡qué ganas de leer tu libro! Y muy buena la comparación de Natalia, que me ha transportado a la luz tenue envuelta en vaho de esa escena.
(por cierto, he ido a cotillear más sobre tu novela en «No es asunto tuyo» y no lo he encontrado en la sección El Zoco, sino en El Escriba, por si quieres modificarlo)
Me gustaLe gusta a 2 personas
Muchas por el comentario y por el aviso del error. ¡Así da gusto!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Bravo!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Se me viene a la mente una escena estupenda de la película: «Promesas del Este», que transcurría en unos baños públicos. Al menos, lo que describes me lo ha recordado. Puedes imaginar cómo es la vida de cada cual si te quedas parado observando. Así te habrán surgido los personajes de tu novela, creo yo.
Me gustaLe gusta a 3 personas
Me encanta «Promesas del Este», aunque no había pensado ni remotamente en esa asociación. Me gusta tu reflexión sobre observar a los demás. Te va a encantar la novela. Muchas gracias por compartir tu visión.
Me gustaMe gusta
Promete que se pondrá muy interesante la novela. Muy buen relato Alberto.
Saludos.
Me gustaLe gusta a 4 personas
Muchas gracias, así da gusto seguir.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Coincido con David en que esta entrada podría ser perfectamente el prefacio de tu novela.
Salam Aleikum
Me gustaLe gusta a 3 personas
Yo lo veo más como algo ajeno a la novela, pero tengo en cuenta vuestros comentarios. Ojalá tenga que volver a este punto para ver que hago con esto.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Una introducción muy interesante para tu novela
Me gustaLe gusta a 3 personas
Muchas gracias, hermano.
Me gustaLe gusta a 1 persona