
Ya estoy sentado en primera fila, esperando a que comience el acto y me asaltan los recuerdos de la última vez que vine aquí. Aquel día se presentaba un libro que invitaba a hacer un viaje literario por Tanger. No me sorprendió que se llenara la sala, el tema sigue fascinando a los que vivieron el estatus internacional de la ciudad. Y nos atrae a los que apenas lo imaginamos. Hoy la sala también está repleta, todos quieren saber si será cierto el rumor que corre por las callejuelas de la medina, se comenta que esta tarde se producirá un milagro: el nacimiento de una revista literaria tangerina. En papel. En dos mil dieciocho. Su director Santiago de Luca comienza el bautizo aclarando el nombre, Sures. Confiesa el vértigo que produce crear algo desde cero, así que se han apoyado en unos cimientos de su Argentina natal. Allí hubo una revista llamada Sur, cuyo emblema era una fecha hacia abajo. El plural de la recién nacida quizás se deba a que el sur nunca ha sido único, sino que existe el geográfico, el literario, el emocional y tantos otros como la imaginación quiera encontrar. Por eso son dos fechas en sentidos opuestos las que ilustran la portada.
Siento que esa figura podría explicar mi propia vida.

De niño, para justificar el alto precio de un aparato, se decía: es alemán. O le ponían un sello indicando “Tecnología alemana”. Gota a gota se llena el río. Así crecí, deseando viajar al norte, norte, norte. Erróneamente, pensaba que no soportaba la dejadez de mi país y que admiraba a los países escandinavos, siempre en cabeza de cualquier estadística. En cuanto tuve la oportunidad, me fui un año a estudiar a Suecia. Todos alabaron mi sensatez escogiendo el camino para labrarme el futuro profesional. Pero las cosas no eran tan agradables como me había imaginado. Y además costaba explicar esa incomodidad. Los tranvías llegaban a la hora, las calles estaban limpias, las cosas funcionaban como se esperaba. Pero faltaba algo, no había espacio para la improvisación, nada me sorprendía. Además, las relaciones eran frías, siempre manteniendo la distancia. Y las frutas, de aspecto delicioso, no sabían a nada.
Todo el mundo me avisó del frío que pasaría, pero no fue cierto, encontré calefacción incluso en las paradas del tranvía. En cambio, casi nadie me previno sobre lo duro que sería soportar la falta de luz. Según avanzaba el invierno, oscurecía cada día más temprano y el sol apenas se atrevía a elevarse. El ánimo decaía y las semanas se hacían eternas. Y, aún peor, al llegar la primavera y cambiar al horario veraniego, de repente el sol deslumbraba incluso de noche. Los vecinos que se habían pasado el invierno sin saludarse, de repente, celebraban juntos tardes de barbacoa. Los propios suecos me lo confesaron, que tienen una cabeza para el invierno y otra para el verano. Por fin comprendí que yo era mediterráneo. Un amigo de allí, cuando se lo comenté, me confirmó que en realidad nos envidiaban. Vuela hacia el sur, me ordenó.

No dejo de pensar que esas dos flechas me recuerdan a mi propia vida, primero fui al norte para después regresar conociéndome mejor. Años después, cuando decidí mudarme a Marruecos, nadie pareció comprenderlo. Me pareció una buena señal. Sigo en la sala de la Légation Américaine, donde los testimonios se suceden. Unos dicen que Tanger está al norte, otros que el sur es solo una llamada a la sensualidad, a la luz y al calor y cada uno va contando lo que el nombre le trae a la cabeza. Supongo que delata lo bien que ha sido escogido. La lectura de poemas y las anécdotas de los escritores que participan en el primer número consiguen que me olvide de mi ombligo y por una vez mantengo la boca cerrada, encantado de escuchar las historias de los demás. Ha nacido una revista literaria en Tanger, se llama Sures y pretende ser un espacio que una los distintos sures literarios. La han creado una pandilla de locos que dicen no aspirar a un éxito abrumador. Los envidio, me gustaría dejar de ser espectador y saltar al escenario de una vez por todas. Si se trata de estar loco, tengo años de experiencia. También lucho cuando todo está perdido y soy un soñador enfermizo. Ahora, aquí sentado, fantaseo con formar parte de esta locura. Ellos sonríen al presentar a la recién nacida, sueñan tan solo con una derrota elegante.
Alberto yo vivo en México y es un país afortunado, el clima la luz y su gente somos extraordinarios,te felicito por sures.
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Muchas gracias Saray. Por el momento apenas soy un lector de «Sures», pero les felicitaré de tu parte.
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Uyuyuyyy, qué interesante, Sures! Precioso y evocador nombre pero, sobre todo, qué buena oportunidad para publicar\publicitar tu trabajo! Supongo que ya estarás viendo el modo con ellos…
‘Los envidio, me gustaría dejar de ser espectador y saltar al escenario de una vez por todas. Si se trata de estar loco, tengo años de experiencia.» creo que no tienes nada que envidiar, todo lo contrario, muchos te envidiamos a ti por tu valor al seguir tu sueño, me encanta tu experiencia como ‘loco’, jeje, me incita a dejar de soñar y volar.
Abrazos gordos.
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Ojalá tu intuición coincida con la realidad. No es tan sencillo como imaginas. En el primer número has participado escritores reconocidos y personas muy activas en la vida cultural tangerina. Yo soy un mero espectador de momento.
O quizás se cumpla algún deseo antes de lo que yo mismo me imagino.
Un fuerte abrazo.
Alberto
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Hola Alberto
El sur no es un lugar geográfico, sino una actitud ante la vida.
Un abrazo
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Eso me parece a mí.
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Hola Alberto, bienvenido sea este nacimiento literario, todo lo nuevo causa interés, ya nos comentaras su desarrollo. Saludos.
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Prometo manteneros al corriente de las novedades.
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Pegada a la lectura de tu blog, inevitablemente…es una ventana a Marruecos a la que me asomo cada vez que nos dejas…. dices que un milagro la aparición de una revista literaria en Tánger….no sé…yo me enamoré de Tánger a través de los libros de Paul Bowles…Tánger es literatura para mí…o …historias que contar. Mantén este vínculo, me encantará saber más sobre Sures….sures que me llaman a mi también ..
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Yo me enamoré de Fez gracias a «La hora de la araña» de Paul Bowles.
Personalmente me pareció milagroso que surgiera esta revista. Gracias por pasarte por aquí.
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